Página 709 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Los últimos años de David
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Abraham había construído el altar para ofrecer a su hijo, y era ahora
santificado por esta gran liberación, fue posteriormente escogido
como el sitio donde Salomón erigió el templo.
Otra sombra aún había de oscurecer los últimos años de David.
Había llegado a la edad de setenta años. Las penurias y vicisitudes
de su vida errante en los días de su juventud, sus muchas guerras,
los cuidados y las tribulaciones de sus años ulteriores, habían mi-
nado su vitalidad. Aunque conservaba su claridad y vigor mentales,
la debilidad y la edad, con el consiguiente deseo de reclusión, le
impedían comprender rápidamente lo que sucedía en el reino, y nue-
vamente surgió la rebelión a la sombra misma del trono. Otra vez se
manifestó el fruto de la complacencia paternal de David.
El que ahora aspiraba al trono era Adonía, hombre “de hermo-
so parecer” en su persona y porte, pero sin principios de ninguna
clase, y temerario. En su juventud se le había sometido a muy poca
restricción y disciplina; pues “su padre nunca lo había reprendido di-
ciéndole: “¿Por qué haces esto?”” Véase
1 Reyes 1
. Ahora se rebeló
contra la autoridad de Dios, que había designado a Salomón como
sucesor de David en el trono. Tanto por sus dotes naturales como
por su carácter religioso, Salomón estaba mejor capacitado que su
hermano mayor para desempeñar el cargo de soberano de Israel; no
obstante, aunque la elección de Dios había sido indicada claramente,
Adonía no dejó de encontrar adherentes. Joab, aunque culpable de
muchos crímenes, había sido hasta entonces leal al trono; pero ahora
se unió a la conspiración contra Salomón, como también lo hizo
Abiatar, el sacerdote.
La rebelión estaba madura; los conspiradores se habían reunido
en una gran fiesta en las cercanías de la ciudad para proclamar
rey a Adonía, cuando sus planes fueron frustrados por la rápida
acción de unas pocas personas fieles, entre las cuales las principales
eran Sadoc, el sacerdote, Natán, el profeta, y Betsabé, la madre de
Salomón. Estas personas presentaron al rey cómo iban las cosas y le
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recordaron la instrucción divina de que Salomón debería sucederle
en el trono. David abdicó inmediatamente en favor de Salomón,
quien fue en seguida ungido y proclamado rey. La conspiración fue
aplastada. Sus principales actores habían incurrido en la pena de
muerte. Se le perdonó la vida a Abiatar, por respeto a su cargo y a
su antigua fidelidad hacia David; pero fue destituido del puesto de