Página 85 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

Después del diluvio
81
se derivó una bendición, no solo para el patriarca y su familia, sino
también para todos los que habrían de vivir en la tierra. “Al percibir
Jehová olor grato, dijo en su corazón: “No volveré a maldecir la
tierra por causa del hombre, porque el corazón del hombre [...].
Mientras la tierra permanezca no cesarán la sementera y la siega, el
frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche””.
Génesis
8:21, 22
.
Aquí hay una gran lección para las futuras generaciones. Noé
había regresado a una tierra desolada; pero antes de preparar una
casa para sí mismo, construyó un altar para Dios. Su ganado era
poco, y había sido conservado con gran esfuerzo. No obstante, con
alegría dio una parte al Señor, en reconocimiento de que todo era de
él. Asimismo nuestro primer deber consiste en dar a Dios nuestras
ofrendas voluntarias. Toda manifestación de su misericordia y su
amor hacia nosotros debe ser reconocida con gratitud, mediante
actos de devoción y ofrendas para su obra.
Para evitar que las nubes y las lluvias llenaran a los hombres
de constante terror, por temor a otro diluvio, el Señor animó a la
familia de Noé mediante una promesa: “Estableceré mi pacto con
vosotros [...], ni habrá más diluvio para destruir la tierra. [...] Mi
arco he puesto en las nubes, el cual será por señal de mi pacto con
la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se
dejará ver mi arco en las nubes. [...] Lo veré y me acordaré del pacto
perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con todo lo que tiene vida
sobre la tierra”.
Génesis 9:11-16
.
[85]
¡Cuán grandes fueron la condescendencia y compasión que Dios
manifestó hacia sus criaturas descarriadas al colocar el bello arco iris
en las nubes como señal de su pacto con el hombre! El Señor declaró
que al ver el arco iris recordaría su pacto. Esto no significa que
pudiera olvidarlo, sino que nos habla en nuestro propio lenguaje, para
que podamos comprenderle mejor. El Señor quería que cuando los
niños de las generaciones futuras preguntaran por el significado del
glorioso arco que se extiende por el cielo, sus padres les repitieran la
historia del diluvio, y les explicaran que el Altísimo había combado
el arco, y lo había colocado en las nubes para asegurarles que las
aguas no volverían jamás a inundar la tierra. Así sería el arco iris,
de generación en generación, un testimonio del amor divino hacia el
hombre, y fortalecería su confianza en Dios.