Página 86 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
En el cielo una semejanza del arco iris rodea el trono y nimba
la cabeza de Cristo. El profeta dice: “Como el aspecto del arco
iris que está en las nubes en día de lluvia, así era el aspecto del
resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria
de Jehová”.
Ezequiel 1:28
. Juan el revelador declara: “Vi un trono
establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. La apariencia del
que estaba sentado era semejante a una piedra de jaspe y de cornalina,
y alrededor del trono había un arco iris semejante en su apariencia
a la esmeralda”.
Apocalipsis 4:2, 3
. Cuando por su impiedad el
hombre provoca los juicios divinos, el Salvador intercede ante el
Padre en su favor y señala el arco en las nubes, el arco iris que está
en torno al trono y sobre su propia cabeza, como recuerdo de la
misericordia de Dios hacia el pecador arrepentido.
A la seguridad dada a Noé respecto al diluvio, Dios mismo ligó
una de las más preciosas promesas de su gracia: “Juré que nunca más
las aguas de Noé pasarían sobre la tierra. Asimismo he jurado que
no me enojaré contra ti ni te reñiré. Porque los montes se moverán y
los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia ni
el pacto de mi paz se romperá, dice Jehová, el que tiene misericordia
de ti”.
Isaías 54:9, 10
.
Cuando Noé vio las poderosas fieras que salían con él del arca,
temió que su familia, compuesta de ocho personas solamente, fuera
devorada por ellas. Pero el Señor envió un ángel a su siervo con este
mensaje de seguridad: “Infundiréis temor y miedo a todo animal
sobre la tierra, a toda ave de los cielos, a todo lo que se mueva
sobre la tierra y a todos los peces del mar; en vuestras manos son
entregados. Todo lo que se mueve y vive os servirá de alimento, lo
mismo que las legumbres y las plantas verdes. Os lo he dado todo”.
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Génesis 9:2, 3
. Antes de ese tiempo, Dios no había permitido al
hombre que comiera carne; quería que la raza humana subsistiera
enteramente con los productos de la tierra; pero ahora que toda
planta había sido destruida, les dio permiso para que consumieran
la carne de los animales limpios que habían sido preservados en el
arca.
Toda la superficie de la tierra sufrió cambios a causa del diluvio.
Una tercera y terrible maldición pesaba sobre ella como consecuen-
cia del pecado. A medida que las aguas comenzaron a bajar, las
lomas y las montañas quedaron rodeadas por un vasto y turbio mar.