Página 88 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

84
Historia de los Patriarcas y Profetas
la tierra. El suelo se levanta entonces y se hincha como las olas de
la mar, aparecen grandes grietas, y algunas veces ciudades, aldeas,
y montañas encendidas son tragadas por la tierra. Estas poderosas
manifestaciones serán más frecuentes y terribles poco antes de la
segunda venida de Cristo y del fin del mundo, como señales de su
rápida destrucción.
Las profundidades de la tierra son el arsenal del Señor, de donde
se sacaron las armas empleadas en la destrucción del mundo antiguo.
Las aguas brotaron de la tierra y se unieron a las aguas del cielo para
llevar a cabo la obra de desolación. Desde el diluvio, el fuego y el
agua han sido instrumentos de Dios para destruir ciudades impías.
Estos juicios son enviados para que los que tienen en poco la ley de
Dios y pisotean su autoridad, tiemblen ante su poderío, y reconozcan
su justa soberanía. Cuando los hombres han visto montañas encendi-
das arrojando fuego, llamas y torrentes de minerales derretidos, que
secaban ríos, cubrían populosas ciudades y regaban por todo lugar
ruina y desolación, los corazones más valientes se han llenado de
terror, y los infieles y blasfemos se han visto obligados a reconocer
el infinito poder de Dios.
Los antiguos profetas, al referirse a escenas de esta índole, di-
jeron: “¡Si rasgaras los cielos y descendieras y ante tu presencia se
derritieran los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego
que hace hervir las aguas! Así harías notorio tu nombre a tus enemi-
gos y las naciones temblarían ante tu presencia. Cuando, haciendo
cosas terribles cuales nunca hubiéramos esperado, descendiste, se
derritieron los montes delante de ti”. “Jehová es tardo para la ira y
grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha
sobre la tempestad y e l torbellino, y las nubes son el polvo de sus
pies. Amenaza al mar y lo seca, y agota todos los ríos; el Basán y
el Carmelo languidecen, y la flor del Líbano se marchita”.
Isaías
64:1-3
;
Nahúm 1:3, 4
.
Las más terribles manifestaciones que el mundo jamás haya visto
hasta ahora, serán presenciadas cuando Cristo vuelva por segunda
[88]
vez. “Ante él tiemblan los montes, y los collados se derriten. La
tierra se conmueve en su presencia, el mundo y todos los que en él
habitan. ¿Quién puede resistir su ira? ¿Quién quedará en pie ante el
ardor de su enojo?” “Jehová, inclina tus cielos y desciende; toca los