108
Historia de los Patriarcas y Profetas
nuestro Salvador. El cultivo de una cortesía uniforme, y la voluntad
de tratar a otros como deseamos ser tratados nosotros, eliminaría
la mitad de las dificultades de la vida. El espíritu de ensalzamiento
propio es el espíritu de Satanás; pero el corazón que abriga el amor
de Cristo poseerá esa caridad que no busca lo suyo. El tal cumplirá
la orden divina: “No mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada
cual también a lo de los otros.”
Filipenses 2:4
.
Aunque Lot debía su prosperidad a su relación con Abrahán, no
manifestó gratitud hacia su bienhechor. La cortesía hubiese requeri-
do que él dejase escoger a Abrahán; pero en vez de hacer eso, trató
egoístamente de apoderarse de las mejores ventajas. “Y alzó Lot
sus ojos, y vió toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego,
... como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto entrando en
Zoar.”
Génesis 13:10-13
.
La región más feraz de toda Palestina era el valle del Jordán, que
a todos aquellos que lo veían les recordaba el paraíso perdido, pues
igualaba en hermosura y producción a las llanuras fertilizadas por el
Nilo que hacía tan poco tiempo habían dejado. También había ciuda-
des, ricas y hermosas, que invitaban a hacer provechosas ganancias
mediante el intercambio comercial en sus concurridos mercados.
Ofuscado por sus visiones de ganancias materiales, Lot pasó por alto
los males morales y espirituales que encontraría allí. Los habitantes
de la llanura eran “malos y pecadores para con Jehová en gran ma-
nera,” pero Lot ignoraba eso, o si lo sabía, le dió poca importancia.
“Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán,” “y fué
poniendo sus tiendas hasta Sodoma.”
Vers. 13, 11
. ¡Cuán mal previó
los terribles resultados de esa elección egoísta!
[127]
Después de separarse de Lot, Abrahán recibió otra vez del Señor
la promesa de que todo el país sería suyo. Poco tiempo después, se
mudó a Hebrón, levantó su tienda bajo el encinar de Mamre y al lado
erigió un altar para el Señor. En esas frescas mesetas, con sus olivares
y viñedos, sus ondulantes campos de trigo y las amplias tierras de
pastoreo circundadas de colinas, habitó Abrahán, satisfecho de su
vida sencilla y patriarcal, dejando a Lot el peligroso lujo del valle
de Sodoma.
Abrahán fué honrado por los pueblos circunvecinos como un
príncipe poderoso y un caudillo sabio y capaz. No dejó de ejercer su
influencia entre sus vecinos. Su vida y su carácter, en contraste con la