Página 117 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Abrahán en Canaán
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una voz que confirmaba la dádiva de la tierra de Canaán a sus
descendientes, “desde el río de Egipto hasta el río grande, el río
Eufrates.”
Vers. 18
.
Cuando hacía casi veinticinco años que Abrahán estaba en Ca-
naán, el Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso;
anda delante de mí, y sé perfecto.” Véase
Génesis 17:1-16
. Con re-
verencia el patriarca se postró, y el mensaje continuó así: “Yo, he
aquí mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de gentes.”
Como garantía del cumplimiento de este pacto, su nombre, que hasta
entonces era Abram, fué cambiado en “Abraham,” que significa:
“padre de muchedumbre de gentes.” El nombre de Sarai se cambió
por el de Sara, “princesa;” pues, dijo la divina voz, “vendrá a ser
madre de naciones; reyes de pueblos serán de ella.”
En ese tiempo el rito de la circuncisión fué dado a Abrahán “por
sello de la justicia de la fe que tuvo en la incircuncisión.”
Roma-
nos 4:11
. Este rito había de ser observado por el patriarca y sus
descendientes como señal de que estaban dedicados al servicio de
Dios, y por consiguiente separados de los idólatras y aceptados por
Dios como su tesoro especial. Por este rito se comprometían a cum-
plir, por su parte, las condiciones del pacto hecho con Abrahán. No
debían contraer matrimonio con los paganos; pues haciéndolo per-
derían su reverencia hacia Dios y hacia su santa ley, serían tentados
a participar de las prácticas pecaminosas de otras naciones, y serían
inducidos a la idolatría.
Dios confirió un gran honor a Abrahán. Los ángeles del cielo
anduvieron y hablaron con él como con un amigo. Cuando los
juicios de Dios estaban por caer sobre Sodoma, este hecho no le fué
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ocultado y él se convirtió en intercesor de los pecadores para con
Dios. Su entrevista con los ángeles presenta también un hermoso
ejemplo de hospitalidad.
En un caluroso mediodía estival, el patriarca estaba sentado a la
puerta de su tienda, contemplando el tranquilo panorama, cuando
vió a lo lejos a tres viajeros que se aproximaban. Antes de llegar a su
tienda, los forasteros se detuvieron, como para consultarse respecto
al camino que debían seguir. Sin esperar que le solicitasen favor
alguno, Abrahán se levantó rápidamente, y cuando ellos parecían
volverse hacia otra dirección, él se apresuró a acercarse a ellos, y con
la mayor cortesía les pidió que le honrasen deteniéndose en su casa