Página 118 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
para descansar. Con sus propias manos les trajo agua para que se
lavasen los pies y se quitasen el polvo del camino. El mismo escogió
los alimentos para los visitantes y mientras descansaban bajo la som-
bra refrescante, se sirvió la mesa, y él se mantuvo respetuosamente
al lado de ellos, mientras participaban de su hospitalidad.
Este acto de cortesía fué considerado por Dios de suficiente
importancia como para registrarlo en su Palabra; y mil años más
tarde, un apóstol inspirado se refirió a él, diciendo: “No olvidéis
la hospitalidad, porque por ésta algunos, sin saberlo, hospedaron
ángeles.”
Hebreos 13:2
.
Abrahán no había visto en sus huéspedes más que tres viajeros
cansados. No imaginó que entre ellos había Uno a quien podría
adorar sin cometer pecado. En ese momento le fué revelado el verda-
dero carácter de los mensajeros celestiales. Aunque iban en camino
como mensajeros de ira, a Abrahán, el hombre de fe, le hablaron
primeramente de bendiciones. Aunque Dios es riguroso para notar la
iniquidad y castigar la transgresión, no se complace en la venganza.
La obra de la destrucción es una “extraña obra” (
Isaías 28:21
) para
el que es infinito en amor.
“El secreto de Jehová es para los que le temen.”
Salmos 25:14
.
Abrahán había honrado a Dios, y el Señor le honró, haciéndole
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partícipe de sus consejos, y revelándole sus propósitos. “¿Encubriré
yo a Abraham lo que voy a hacer?” dijo el Señor. “El clamor de
Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se
ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado
su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, saberlo
he.” Véase
Génesis 18:17-33
. Dios conocía bien la medida de la
culpabilidad de Sodoma; pero se expresó a la manera de los hombres,
para que la justicia de su trato fuese comprendida. Antes de descargar
sus juicios sobre los transgresores, iría él mismo a examinar su
conducta; si no habían traspasado los límites de la misericordia
divina, les concedería todavía más tiempo para que se arrepintieran.
Dos de los mensajeros celestiales se marcharon dejando a
Abrahán solo con Aquel a quien reconocía ahora como el Hijo
de Dios. Y el hombre de fe intercedió en favor de los habitantes de
Sodoma. Una vez los había salvado mediante su espada, ahora trató
de salvarlos por medio de la oración. Lot y su familia habitaban aún
allí; y el amor desinteresado que movió a Abrahán a rescatarlo de