Página 120 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
precio de su redención conoce el valor del alma humana. Sintiendo
hacia la iniquidad un antagonismo que sólo puede existir en una
naturaleza pura e inmaculada, Cristo manifestó hacia el pecador
un amor que sólo la bondad infinita pudo concebir. En la agonía
de la crucifixión, él mismo, cargado con el espantoso peso de los
pecados del mundo, oró por sus vilipendiadores y asesinos: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
Lucas 23:34
.
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De Abrahán está escrito que “fué llamado amigo de Dios,” “padre
de todos los creyentes.”
Santiago 2:23
;
Romanos 4:11
. El testimonio
de Dios acerca de este fiel patriarca es: “Oyó Abraham mi voz, y
guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.”
Y en otro lugar dice: “Yo lo he conocido, sé que mandará a sus hijos
y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo
justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que
ha hablado acerca de él.”
Génesis 26:5; 18:19
.
Fué un gran honor para Abrahán ser el padre del pueblo que
durante siglos fué guardián y preservador de la verdad de Dios para
el mundo, de aquel pueblo por medio del cual todas las naciones
de la tierra iban a ser bendecidas con el advenimiento del Mesías
prometido. El que llamó al patriarca le juzgó digno. Es Dios el
que habla. El que entiende los pensamientos desde antes y desde
muy lejos y justiprecia a los hombres, dice: “Lo he conocido.” En
lo que tocaba a Abrahán, no traicionaría la verdad por motivos
egoístas. Guardaría la ley y se conduciría recta y justamente. Y no
sólo temería al Señor, sino que también cultivaría la religión en su
hogar. Instruiría a su familia en la justicia. La ley de Dios sería la
norma de su hogar.
La familia de Abrahán comprendía más de mil almas. Los que
por sus enseñanzas eran inducidos a adorar al Dios único encon-
traban un hogar en su campamento; y allí, como en una escuela,
recibían una instrucción que los preparaba para ser representantes de
la verdadera fe. Así que pesaba sobre Abrahán una gran responsabi-
lidad. Educaba a los padres de familia, y sus métodos de gobierno
eran puestos en práctica en las casas que ellos presidían.
En la antigüedad el padre era el jefe y el sacerdote de su propia
familia, y ejercía autoridad sobre sus hijos, aun después de que
éstos tenían sus propias familias. Sus descendientes aprendían a
considerarle como su jefe, tanto en los asuntos religiosos como en