Página 138 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
contestaron: “No, que en la plaza nos quedaremos esta noche.” La
intención de esta contestación era doble: probar la sinceridad de Lot,
y también aparentar que ignoraban el carácter de los habitantes de
Sodoma, como si supusieran que había seguridad en quedarse en la
calle durante la noche. Su contestación hizo que Lot se sintiera más
decidido a no dejarlos a merced del populacho. Repitió su invitación
hasta que cedieron y le acompañaron a su casa.
Lot había esperado ocultar su intención a los ociosos que estaban
en la puerta, llevando a los forasteros a su casa mediante un rodeo;
pero la vacilación y tardanza de éstos, así como las instancias de
él dieron tiempo a que los observaran; y antes de que se acostaran
aquella noche, una muchedumbre desenfrenada se reunió alrededor
de la casa. Era una inmensa multitud de jóvenes y ancianos, todos
igualmente enardecidos por las más bajas pasiones. Los forasteros se
habían informado del carácter de la ciudad, y Lot les había advertido
que no se atrevieran a salir de la casa por la noche; en ese momento
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se oyeron los gritos y las mofas de la muchedumbre, que exigía que
sacara afuera a los hombres.
Sabiendo Lot que si provocaba la violencia de esta gente, podrían
derribar fácilmente la puerta de su casa, salió a ver si podía conseguir
algo mediante la persuasión. “Os ruego—dijo,—hermanos míos,
que no hagáis tal maldad.” Sirviéndose de la palabra “hermanos” en
el sentido de vecinos, esperaba conciliárselos y avergonzarlos de sus
malos propósitos. Pero sus palabras fueron como aceite sobre las
llamas. La ira de la turba creció como una rugiente tempestad. Se
burlaron de Lot por intentar hacerse juez de ellos, y le amenazaron
con tratarle peor de cómo intentaban tratar a sus huéspedes. Se
abalanzaron sobre él, y le habrían despedazado si no le hubiesen
librado los ángeles de Dios. Los mensajeros celestiales “alargaron
la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron las puertas.”
Los sucesos que siguieron manifestaron el carácter de los huéspedes
a quienes había alojado. “Y a los hombres que estaban a la puerta
de la casa desde el menor hasta el mayor, hirieron con ceguera; mas
ellos se fatigaban por hallar la puerta.” Si por el endurecimiento de
su corazón, no hubiesen sido afectados por doble ceguedad, el golpe
que Dios les asestara los habría atemorizado y hecho desistir de sus
obras impías.