Página 144 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
la tierra,” sobre todos aquellos cuyos intereses se concentran en este
mundo. “Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por
dignos de evitar todas estas cosas que han de venir y de estar en pie
delante del Hijo del hombre.”
Lucas 21:34-36
.
Antes de destruir a Sodoma, Dios mandó un mensaje a Lot:
“Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura;
escapa al monte, no sea que perezcas.” La misma voz amonestadora
fué oída por los discípulos de Cristo antes de la destrucción de
Jerusalén: “Y cuando viereis a Jerusalem cercada de ejércitos, sabed
entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estuvieren
en Judea, huyan a los montes.”
Lucas 21:20, 21
. No debían detenerse
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para salvar algo de su hacienda, sino aprovechar lo mejor posible la
ocasión para la fuga.
Hubo una salida, una separación decidida de los impíos, una
fuga para salvar la vida. Así fué en los días de Noé; así ocurrió en
el caso de Lot; así en el de los discípulos antes de la destrucción de
Jerusalén, y así será en los últimos días. De nuevo se oye la voz de
Dios en un mensaje de advertencia, que manda a su pueblo separarse
de la impiedad creciente.
La depravación y la apostasía que existirán en los últimos días en
el mundo religioso se le presentó al profeta Juan en la visión de Babi-
lonia, “la grande ciudad que tiene reino sobre los reyes de la tierra.”
Apocalipsis 17:18
. Antes de que sea destruída se ha de oír la llamada
del cielo: “Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes
de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas.”
Apocalipsis 18:4
.
Como en días de Noé y Lot, es necesario separarse decididamente
del pecado y de los pecadores. No puede haber transigencia entre
Dios y el mundo, ni se puede volver atrás para conseguir tesoros
terrenales. “No podéis servir a Dios y a Mammón.”
Mateo 6:24
.
Como los habitantes del valle de Sidim, la gente sueña ahora
con prosperidad y paz. “Escapa por tu vida,” es la advertencia de los
ángeles de Dios; pero se oyen otras voces que dicen: “No os inquie-
téis, no hay nada que temer.” La multitud vocea: “Paz y seguridad,”
mientras el Cielo declara que una rápida destrucción está por caer
sobre el transgresor. En la noche anterior a su destrucción, las ciu-
dades de la llanura se entregaban desenfrenadamente a los placeres,
y se burlaron de los temores y advertencias del mensajero de Dios;
pero aquellos burladores perecieron en las llamas; en aquella misma