Página 145 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La destrucción de Sodoma
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noche la puerta de la gracia fué cerrada para siempre para los impíos
y descuidados habitantes de Sodoma.
Dios no será siempre objeto de burla; no se jugará mucho tiempo
con él. “He aquí el día de Jehová viene, crudo, y de saña y ardor
de ira, para tornar la tierra en soledad, y raer de ella sus pecadores.”
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Isaías 13:9
. La inmensa mayoría del mundo desechará la misericor-
dia de Dios, y será sumida en pronta e irremisible ruina.
Pero el que presta oídos a la advertencia y “habita al abrigo
del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.” “Escudo y
adarga es su verdad.” Para el tal es la promesa: “Saciarélo de larga
vida, y mostraréle mi salud.”
Salmos 91:1, 4, 16
.
Lot habitó poco tiempo en Zoar. La impiedad reinaba allí como
en Sodoma, y tuvo miedo de quedarse, por temor a que la ciudad
fuese destruída. Poco después Zoar fué destruída, tal como Dios lo
había proyectado. Lot se fué a los montes y vivió en una caverna,
privado de todas las cosas por las cuales se había atrevido a exponer
a su familia a la influencia de una ciudad impía. Pero hasta allá le
siguió la maldición de Sodoma. La infame conducta de sus hijas
fué la consecuencia de las malas compañías que habían tenido en
aquel vil lugar. La depravación moral de Sodoma se había filtrado
de tal manera en su carácter, que ellas no podían distinguir entre
lo bueno y lo malo. Los únicos descendientes de Lot, los moabitas
y amonitas, fueron tribus viles e idólatras, rebeldes contra Dios, y
acérrimos enemigos de su pueblo.
¡Cuán grande fué el contraste entre la vida de Lot y la de
Abrahán! Una vez habían sido compañeros, habían adorado ante el
mismo altar, y habían morado juntos en sus tiendas de peregrinos.
Pero ¡qué separados estaban ahora! Lot había elegido a Sodoma en
busca de placer y beneficios. Abandonando el altar de Abrahán y sus
sacrificios diarios ofrecidos al Dios viviente, había permitido a sus
hijos mezclarse con un pueblo depravado e idólatra; sin embargo,
había conservado en su corazón el temor de Dios, pues las Escrituras
lo llaman “justo.”
2 Pedro 2:7
. Su alma justa se afligía por la vil
conversación que tenía que oír diariamente, y por la violencia y
los crímenes que no podía impedir. Fué salvado, por fin, como un
“tizón arrebatado del incendio” (
Zacarías 3:2
), pero fué privado de
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su hacienda, perdió a su esposa y a sus hijos, moró en cuevas como
las fieras, en su vejez fué cubierto de infamia, y dió al mundo no una