Página 161 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Jacob y Esaú
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con Dios. Se entristecía por los resultados de su pecado, no por el
pecado mismo.
A causa de su indiferencia hacia las bendiciones y requerimien-
tos divinos, la Escritura llama a Esaú “profano.” Representa a aque-
llos que menosprecian la redención comprada para ellos por Cristo,
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y que están dispuestos a sacrificar su herencia celestial a cambio
de las cosas perecederas de la tierra. Multitudes viven para el mo-
mento presente, sin preocuparse del futuro. Como Esaú exclaman:
“Comamos y bebamos, que mañana moriremos.”
1 Corintios 15:32
.
Son dominados por sus inclinaciones; y en vez de practicar la abne-
gación, pasan por alto las consideraciones de más valor. Si se trata
de renunciar a una de las dos cosas, la satisfacción de un apetito
depravado o las bendiciones celestiales prometidas solamente a los
que practican la abnegación de sí mismos y temen a Dios, prevalecen
las exigencias del apetito, y Dios y el cielo son tenidos en poco.
¡Cuántos, aun entre los que profesan ser cristianos, se aferran
a goccs perjudiciales para la salud, que entorpecen la sensibilidad
del alma! Cuando se les presenta el deber de limpiarse de toda
inmundicia del espíritu y de la carne, perfeccionando la santidad
en el temor de Dios, se ofenden. Ven que no pueden retener esos
goces perjudiciales, y al mismo tiempo alcanzar el cielo, y como la
senda que lleva a la vida eterna les resulta tan estrecha, concluyen
por decidirse a no seguir en ella.
Millares de personas están vendiendo su primogenitura para sa-
tisfacer deseos sensuales. Sacrifican la salud, debilitan las facultades
mentales, y pierden el cielo; y todo esto por un placer meramente
temporal, por un goce que debilita y degrada. Así como Esaú desper-
tó para ver la locura de su cambio precipitado cuando era tarde para
recobrar lo perdido, así les ocurrirá en el día de Dios a los que han
trocado su herencia celestial por la satisfacción de goces egoístas.
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