Página 167 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Huida y destierro de Jacob
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Jacob trabajó fielmente siete años por Raquel, y los años durante
los cuales sirvió, “pareciéronle como pocos días, porque la amaba.”
Génesis 29:20
. Pero el egoísta y codicioso Labán, deseoso de retener
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tan valioso ayudante, cometió un cruel engaño al substituir a Lea
en lugar de Raquel. El hecho de que Lea misma había participado
del engaño hizo sentir a Jacob que no la podía amar. Su indigna-
do reproche fué contestado por Labán con el ofrecimiento de que
trabajara por Raquel otros siete años. Pero el padre insistió en que
Lea no fuese repudiada, puesto que esto deshonraría a la familia. De
este modo se encontró Jacob en una situación sumamente penosa y
difícil; por fin, decidió quedarse con Lea y casarse con Raquel. Fué
siempre a Raquel a quien más amó; pero su predilección por ella
excitó envidia y celos, y su vida se vió amargada por la rivalidad
entre las dos hermanas.
Veinte años permaneció Jacob en Mesopotamia, trabajando al
servicio de Labán quien, despreciando los vínculos de parentesco,
estaba ansioso de apropiarse de todas las ventajas. Exigió catorce
años de trabajo por sus dos hijas; y durante el resto del tiempo cam-
bió diez veces el salario de Jacob. Con todo, el servicio de Jacob fué
diligente y fiel. Las palabras que le dijo a Labán, en su última con-
versación con él, describen vivamente la vigilancia incansable con
que había cuidado los intereses de su exigente amo: “Estos veinte
años he estado contigo: tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni
yo comí carnero de tus ovejas. Nunca te traje lo arrebatado por las
fieras; yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, de
mi mano lo requerías. De día me consumía el calor, y de noche la
helada, y el sueño se huía de mis ojos.”
Génesis 31:38-40
.
Era preciso que el pastor guardase sus ganados de día y de
noche. Estaban expuestos al peligro de ladrones, y de numerosas
fieras, que con frecuencia hacían estragos en el ganado que no era
fielmente cuidado. Jacob tenía muchos ayudantes para apacentar los
numerosos rebaños de Labán; pero él mismo era responsable de todo.
Durante una parte del año era preciso que él quedase personalmente
a cargo del ganado, para evitar que en la estación seca los animales
pereciesen de sed, y que en los meses de frío se helasen con las
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crudas escarchas nocturnas. Jacob era el pastor jefe, y los pastores
que estaban a su servicio, eran sus ayudantes. Si faltaba una oveja,
el pastor principal sufría la pérdida, y los servidores a quienes estaba