Página 168 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
confiada la vigilancia del ganado tenían que darle cuenta minuciosa,
si éste no se encontraba en estado lozano.
La vida de aplicación y cuidado del pastor, y su tierna compasión
hacia las criaturas desvalidas confiadas a su vigilancia, han servido
a los escritores inspirados para ilustrar algunas de las verdades más
preciosas del Evangelio. Se compara a Cristo, en su relación con
su pueblo, con un pastor. Después de la caída del hombre vió a sus
ovejas condenadas a perecer en las sendas tenebrosas del pecado.
Para salvar a estas descarriadas, dejó los honores y la gloria de la casa
de su Padre. Dice: “Yo buscaré la perdida, y tornaré la amontada,
y ligaré la perniquebrada, y corroboraré la enferma.” “Yo salvaré
a mis ovejas, y nunca más serán en rapiña;” “ni las bestias de la
tierra las devorarán.” Se oye su voz que las llama a su redil: “Y
habrá sombrajo para sombra contra el calor del día, para acogida
y escondedero contra el turbión y contra el aguacero.” Su cuidado
por el rebaño es incansable. Fortalece a las ovejas débiles, libra a
las que padecen, reune los corderos en sus brazos, y los lleva en su
seno. Sus ovejas le aman. “Mas al extraño no seguirán, antes huirán
de él: porque no conocen la voz de los extraños.”
Ezequiel 34:16,
22, 28
;
Isaías 4:6
;
Juan 10:5
.
Cristo dice: “El buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el
asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas,
ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las arrebata, y
esparce las ovejas. Así que, el asalariado huye, porque es asalariado,
y no tiene cuidado de las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco
mis ovejas, y las mías me conocen.”
Juan 10:11-14
.
Cristo, el pastor principal, ha confiado el rebaño a sus ministros
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como subpastores; y les manda que tengan el mismo interés que
él manifestó, y que sientan la misma santa responsabilidad por el
cargo que les ha confiado. Les ha mandado solemnemente ser fie-
les, apacentar el rebaño, fortalecer a los débiles, animar a los que
desfallecen y protegerlos de los lobos rapaces.
Para salvar a sus ovejas, Cristo entregó su propia vida; y señala
el amor que así demostró como ejemplo para sus pastores. “Mas el
asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas,”
no tiene verdadero interés por el rebaño. Trabaja solamente por la
ganancia, y no cuida más que de sí mismo. Calcula su propia ventaja,