Página 169 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Huida y destierro de Jacob
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en vez de atender los intereses de los que le han sido confiados; y en
tiempos de peligro huye y abandona al rebaño.
El apóstol Pedro amonesta a los subpastores: “Apacentad la grey
de Dios que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por
fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de
un ánimo pronto; y no como teniendo señorío sobre las heredades
del Señor, sino siendo dechados de la grey.” Y Pablo dice: “Por tanto
mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os
ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual
ganó por su sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán
en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado.”
1 Pedro 5:2, 3
;
Hechos 20:28, 29
.
Todos los que consideran como un deber desagradable el cuidado
y las obligaciones que recaen sobre el fiel pastor, son reprendidos
así por el apóstol: “No por fuerza, sino voluntariamente; no por ga-
nancia deshonesta, sino de un ánimo pronto.” El jefe de los pastores
despediría de buena gana a todos estos siervos infieles. La iglesia
de Cristo ha sido comprada con su sangre, y todo pastor debe darse
cuenta de que las ovejas que están bajo su vigilancia han costado
un sacrificio infinito. Debe considerar a cada una de ellas como un
ser de valor inestimable, y debe ser incansable en sus esfuerzos por
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mantenerlas en un estado sano y próspero. El pastor compenetrado
del Espíritu de Cristo imitará su ejemplo de abnegación, trabajando
constantemente en favor de los que le fueran confiados, y el rebaño
prosperará bajo su cuidado.
Todos tendrán que dar estricta cuenta de su ministerio. El Maes-
tro preguntará a cada pastor: “¿Dónde está el rebaño que te fué
dado, la grey de tu gloria?”
Jeremías 13:20
. El que sea hallado fiel
recibirá un rico galardón. “Y cuando apareciere el Príncipe de los
pastores—dice el apóstol,—vosotros recibiréis la corona incorrupti-
ble de gloria.”
1 Pedro 5:4
.
Cuando Jacob, cansado de servir a Labán, se propuso volver a
Canaán, dijo a su suegro: “Envíame, e iré a mi lugar, y a mi tierra.
Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo,
y déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he hecho.” Pero
Labán le instó para que se quedara, declarándole: “Experimentado
he que Jehová me ha bendecido por tu causa.” Veía que su hacienda
aumentaba bajo la administración de su yerno.