Página 176 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
efectuado en su jefe. Aunque vieron la flaqueza del patriarca, lejos
estuvieron de pensar que esa debilidad se había trocado en su fuerza.
En la noche angustiosa pasada a orillas del Jaboc, cuando la
muerte parecía inminente, Jacob había comprendido lo vano que
es el auxilio humano, lo mal fundada que está toda confianza en el
poder del hombre. Vió que su única ayuda había de venir de Aquel
contra quien había pecado tan gravemente. Desamparado e indigno,
invocó la divina promesa de misericordia hacia el pecador arrepen-
tido. Aquella promesa era su garantía de que Dios le perdonaría
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y aceptaría. Los cielos y la tierra habrían de perecer antes de que
aquella palabra faltase, y esto fué lo que le sostuvo durante aquella
horrible lucha.
La experiencia de Jacob durante aquella noche de lucha y an-
gustia representa la prueba que habrá de soportar el pueblo de Dios
inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo. El profeta
Jeremías, contemplando en santa visión nuestros días, dijo: “Hemos
oído voz de temblor: espanto, y no paz, ... hanse tornado pálidos
todos los rostros. ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay
otro semejante a él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será
librado.”
Jeremías 30:5-7
.
Cuando Cristo acabe su obra mediadora en favor del hombre,
entonces empezará ese tiempo de aflicción. Entonces la suerte de
cada alma habrá sido decidida, y ya no habrá sangre expiatoria para
limpiarnos del pecado. Cuando Cristo deje su posición de intercesor
ante Dios, se anunciará solemnemente: “El que es injusto, sea injusto
todavía: y el que es sucio, ensúciese todavía: y el que es justo, sea
todavía justificado: y el santo sea santificado todavía.”
Apocalipsis
22:11
. Entonces el Espíritu que reprime el mal se retirará de la
tierra. Como Jacob estuvo bajo la amenaza de muerte de su airado
hermano, así también el pueblo de Dios estará en peligro de los
impíos que tratarán de destruirlo. Y como el patriarca luchó toda
la noche pidiendo ser librado de la mano de Esaú, así clamarán los
justos a Dios día y noche que los libre de los enemigos que los
rodean.
Satanás había acusado a Jacob ante los ángeles de Dios, recla-
mando el derecho de destruirlo por su pecado; había incitado contra
él a Esaú y durante la larga noche de la lucha del patriarca, procu-
ró hacerle sentir su culpabilidad, para desanimarlo y quebrantar su