Página 178 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
que ocupen, tanto más grave será su conducta ante los ojos de Dios,
y tanto más seguro será el triunfo del gran adversario.
Sin embargo, la historia de Jacob es una promesa de que Dios
no desechará a los que fueron arrastrados al pecado, pero que se han
vuelto al Señor con verdadero arrepentimiento. Por la entrega de sí
mismo y por su confiada fe, Jacob alcanzó lo que no había podido
alcanzar con su propia fuerza. Así el Señor enseñó a su siervo que
sólo el poder y la gracia de Dios podían darle las bendiciones que
anhelaba. Así ocurrirá con los que vivan en los últimos días. Cuando
los peligros los rodeen, y la desesperación se apodere de su alma,
deberán depender únicamente de los méritos de la expiación. Nada
podemos hacer por nosotros mismos. En toda nuestra desamparada
indignidad, debemos confiar en los méritos del Salvador crucificado
y resucitado. Nadie perecerá jamás mientras haga esto. La larga
y negra lista de nuestros delitos está ante los ojos del Infinito. El
registro está completo; ninguna de nuestras ofensas ha sido olvidada.
Pero el que oyó las súplicas de sus siervos en lo pasado, oirá la
oración de fe y perdonará nuestras transgresiones. Lo ha prometido,
y cumplirá su palabra.
Jacob prevaleció, porque fué perseverante y decidido. Su expe-
riencia atestigua el poder de la oración insistente. Este es el tiempo
en que debemos aprender la lección de la oración que prevalece y
de la fe inquebrantable. Las mayores victorias de la iglesia de Cristo
o del cristiano no son las que se ganan mediante el talento o la edu-
cación, la riqueza o el favor de los hombres. Son las victorias que se
alcanzan en la cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa
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y agonizante se ase del poderoso brazo de la omnipotencia.
Los que no estén dispuestos a dejar todo pecado ni a buscar
seriamente la bendición de Dios, no la alcanzarán. Pero todos los
que se afirmen en las promesas de Dios como lo hizo Jacob, y sean
tan vehementes y constantes como lo fué él, alcanzarán el éxito que
él alcanzó. “¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a
él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos? Os digo que
los defenderá presto.”
Lucas 18:7, 8
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