Página 179 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Capítulo 19—El regreso a Canaán
Este capítulo está basado en Génesis 34; 35 y 37.
Atravesando el Jordán, llegó Jacob “sano a la ciudad de Sichem,
que está en la tierra de Canaán.” Véase
Génesis 33-37
. Así quedó
contestada la oración que el patriarca había elevado en Betel para
pedir a Dios que le ayudara a volver en paz a su propio país. Durante
algún tiempo habitó en el valle de Siquem. Fué allí donde Abrahán,
más de cien años antes, había establecido su primer campamento y
erigido su primer altar en la tierra de promisión. Allí Jacob “compró
una parte del campo, donde tendió su tienda, de mano de los hijos de
Hamor, padre de Sichem, por cien piezas de moneda. Y erigió allí
un altar, y llamóle: El Dios de Israel.” Como Abrahán, Jacob erigió
junto a su tienda un altar en honor a Jehová, y ante él congregaba a
los miembros de su familia para el sacrificio de la mañana y de la
noche. Fué allí donde cavó un pozo al cual se llegó diecisiete siglos
más tarde el Salvador, descendiente de Jacob, y mientras junto a él
descansaba del calor del mediodía, habló a sus admirados oyentes
del agua que salta “para vida eterna.”
Juan 4:14
.
La estada de Jacob y de sus hijos en Siquem terminó en la
violencia y el derramamiento de sangre. La única hija de la familia
fué deshonrada y afligida; dos hermanos de ésta se hicieron reos de
asesinato; una ciudad entera fué víctima de la matanza y la ruina, en
represalia de lo que al margen de la ley hiciera un joven arrebatado.
El origen de tan terribles resultados lo hallamos en el hecho de que
la hija de Jacob, salió “a ver las hijas del país,” aventurándose así a
entrar en relaciones con los impíos. El que busca su placer entre los
que no temen a Dios se coloca en el terreno de Satanás, y provoca
sus tentaciones.
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La traidora crueldad de Simeón y de Leví no fué inmotivada;
pero su proceder hacia los siquemitas fué un grave pecado. Habían
ocultado cuidadosamente sus intenciones a Jacob, y la noticia de su
venganza le llenó de horror. Herido en lo más profundo de su corazón
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