Página 181 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

El regreso a Canaán
177
Dios infundió temor a los habitantes de la tierra, de modo que
no trataron de vengar la matanza de Siquem. Los viajeros llegaron a
Betel sin ser molestados. Allí volvió a aparecer el Señor a Jacob, y
le repitió la promesa del pacto. “Y Jacob erigió un título en el lugar
donde había hablado con él, un título de piedra.”
En Betel, Jacob tuvo que llorar la pérdida de una persona que
había sido por mucho tiempo un miembro honrado de la familia
de su padre, Débora, el ama de Rebeca, que había acompañado a
su señora de Mesopotamia a la tierra de Canaán. La presencia de
esta anciana había sido para Jacob un precioso vínculo que le había
mantenido unido a su juventud, y especialmente a su madre cuyo
cariño hacia él había sido tan fuerte y tierno. Débora fué sepultada
con tanto dolor que la encina bajo la cual se cavó su tumba, fué
llamada “encina del llanto.” No debe olvidarse que el recuerdo, tanto
de esa vida consagrada a un servicio fiel como del luto por esta
amiga de la casa de Isaac, fué considerado digno de mencionarse en
la Palabra de Dios.
Desde Betel no había más que dos días de viaje hasta Hebrón;
pero en el trayecto Jacob experimentó un gran dolor por la muerte
de Raquel. Había servido por ella dos veces siete años, y su amor le
había hecho más llevadero el trabajo. La profundidad y constancia
de su cariño se manifestó más tarde, cuando Jacob estaba a punto
[206]
de morir en Egipto y José fué a visitarlo; en esa ocasión el anciano
patriarca, recordando su propia vida, dijo: “Cuando yo venía de
Padan-aram, se me murió Rachel en la tierra de Canaán, en el camino,
como media legua de tierra viniendo a Ephrata; y sepultéla allí en
el camino de Ephrata, que es Bethlehem.”
Génesis 48:7
. De toda la
historia de su familia durante su larga y penosa vida, sólo recordó la
pérdida de Raquel.
Antes de su muerte, Raquel dió a luz un segundo hijo. Al ex-
pirar, llamó al niño Benoni; es decir, “hijo de mi dolor.” Pero su
padre lo llamó Benjamín, “hijo de la diestra,” o “mi fuerza.” Raquel
fué sepultada donde murió, y allí fué erigido un monumento para
perpetuar su memoria.
En el camino a Efrata, otro crimen nefando manchó a la familia
de Jacob, y, como consecuencia, a Rubén, el hijo primogénito, se le
negaron los privilegios y los honores de la primogenitura.