Página 20 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

16
Historia de los Patriarcas y Profetas
que sus ideas y propósitos eran falsos, y someterse a la autoridad
que había estado presentando como injusta.
Un Creador compasivo, anhelante de manifestar piedad hacia
Lucifer y sus seguidores, procuró hacerlos retroceder del abismo de
la ruina al cual estaban a punto de lanzarse. Pero su misericordia
fué mal interpretada. Lucifer señaló la longanimidad de Dios como
una prueba evidente de su propia superioridad sobre él, como una
indicación de que el Rey del universo aún accedería a sus exigencias.
Si los ángeles se mantenían firmes de su parte, dijo, aún podrían
conseguir todo lo que deseaban. Defendió persistentemente su con-
ducta, y se dedicó de lleno al gran conflicto contra su Creador. Así
fué como Lucifer, el “portaluz,” el que compartía la gloria de Dios,
el ministro de su trono, mediante la transgresión, se convirtió en Sa-
tanás el “adversario” de Dios y de los seres santos, y el destructor de
aquellos que el Señor había encomendado a su dirección y cuidado.
Rechazando con desdén los argumentos y las súplicas de los
ángeles leales, los tildó de esclavos engañados. Declaró que la prefe-
rencia otorgada a Cristo era un acto de injusticia tanto hacia él como
hacia toda la hueste celestial, y anunció que desde ese entonces no
se sometería a esa violación de los derechos de sus asociados y de
los suyos propios. Nunca más reconocería la supremacía de Cristo.
Había decidido reclamar el honor que se le debió haber otorgado,
y asumir la dirección de cuantos quisieran seguirle; y prometió a
[20]
quienes entrasen en sus filas un gobierno nuevo y mejor, bajo cuya
tutela todos gozarían de libertad. Gran número de ángeles manifestó
su decisión de aceptarle como su caudillo. Engreído por el favor que
recibieran sus designios, alentó la esperanza de atraer a su lado a
todos los ángeles para hacerse igual a Dios mismo, y ser obedecido
por toda la hueste celestial.
Los ángeles leales volvieron a instar a Satanás y a sus simpatizan-
tes a someterse a Dios; les presentaron lo que resultaría inevitable en
caso de rehusarse. El que los había creado podía vencerlos y castigar
severamente su rebelde osadía. Ningún ángel podía oponerse con
éxito a la ley divina, tan sagrada como Dios mismo. Advirtieron y
aconsejaron a todos que hiciesen oídos sordos a los razonamientos
engañosos de Lucifer, y le instaron a él y a sus secuaces a buscar la
presencia de Dios sin demora alguna, y a confesar el error de haber
puesto en tela de juicio la sabiduría y la autoridad divinas.