Página 21 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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El origen del mal
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Muchos estaban dispuestos a prestar atención a este consejo, a
arrepentirse de su desafecto, y a pedir que se les admitiese en el
favor del Padre y del Hijo. Pero Lucifer tenía otro engaño listo. El
poderoso rebelde declaró entonces que los ángeles que se le habían
unido habían ido demasiado lejos para retroceder, que él estaba bien
enterado de la ley divina, y que sabía que Dios no los perdonaría.
Declaró que todos aquellos que se sometieran a la autoridad del
cielo serían despojados de su honra y degradados. En cuanto a él se
refería, estaba dispuesto a no reconocer nunca más la autoridad de
Cristo. Manifestó que la única salida que les quedaba a él y a sus
seguidores era declarar su libertad, y obtener por medio de la fuerza
los derechos que no se les quiso otorgar de buen grado.
En lo que concernía a Satanás mismo, era cierto que ya había
ido demasiado lejos en su rebelión para retroceder. Pero no ocurría
lo mismo con aquellos que habían sido cegados por sus engaños.
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Para ellos el consejo y las súplicas de los ángeles leales abrían una
puerta de esperanza; y si hubiesen atendido la advertencia, podrían
haber escapado del lazo de Satanás. Pero permitieron que el orgullo,
el amor a su jefe y el deseo de libertad ilimitada los dominasen por
completo, y los ruegos del amor y la misericordia divinos fueron
finalmente rechazados.
Dios permitió que Satanás siguiese con su obra hasta que el
espíritu de desafecto se trocó en una activa rebelión. Era necesario
que sus planes se desarrollasen en toda su plenitud, para que su
verdadera naturaleza y tendencia fuesen vistas por todos. Como que-
rubín ungido, Lucifer, había sido altamente exaltado; era muy amado
por los seres celestiales, y su influencia sobre cllos era poderosa.
El gobierno de Dios incluía no sólo los habitantes del cielo sino
también los de todos los mundos que había creado; y Lucifer llegó a
la conclusión de que si pudiera arrastrar a los ángeles celestiales en
su rebelión, podría también arrastrar a todos los mundos. El había
presentado su punto de vista astutamente, haciendo uso de sofismas
y engaños para lograr sus fines. Su poder para engañar era enorme.
Disfrazándose con un manto de mentira, había obtenido una ventaja.
Todo cuanto hacía estaba tan revestido de misterio que era muy difí-
cil revelar a los ángeles la verdadera naturaleza de su obra. Hasta que
ésta no estuviese plenamente desarrollada, no podría manifestarse
cuán mala era ni su desafecto sería visto como rebelión. Aun los