Página 212 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
La inspiración registra fielmente las faltas de los hombres bue-
nos que fueron distinguidos por el favor de Dios; en realidad, sus
defectos resaltaban más que sus virtudes. Muchos se han preguntado
el porqué de esto, y ha sido motivo de que el infiel se burle de la
Biblia. Pero una de las evidencias más poderosas de la veracidad
de la Escritura consiste en que ella no hermosea las acciones de sus
personajes principales ni tampoco oculta sus pecados. Las mentes
de los hombres están tan sujetas a prejuicios que no es posible que
la historia humana sea absolutamente imparcial. Si la Biblia hubiera
sido escrita por personas no inspiradas, habría presentado induda-
blemente el carácter de sus hombres distinguidos bajo un aspecto
más favorable. Pero tal como es, nos proporciona un relato correcto
de sus vidas.
Los hombres a quienes Dios favoreció, y a quienes confió gran-
des responsabilidades, fueron a veces vencidos por la tentación y
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cometieron pecados, tal como nosotros hoy luchamos, vacilamos y
frecuentemente caemos en el error. Sus vidas, con todos sus defectos
y extravíos, están ante nosotros, para que nos sirvan de aliento y amo-
nestación. Si se los hubiera presentado como personas intachables,
nosotros, con nuestra naturaleza pecaminosa, podríamos desesperar
por nuestros errores y fracasos. Pero viendo cómo lucharon otros
con desalientos como los nuestros, cómo cayeron en la tentación
como nos ha ocurrido a nosotros, y cómo, sin embargo, se reanima-
ron y llegaron a triunfar mediante la gracia de Dios, nos sentimos
alentados en nuestra lucha por la justicia. Así como ellos, aunque
vencidos algunas veces, recuperaron lo perdido y fueron bendeci-
dos por Dios, también nosotros podemos ser vencedores mediante
el poder de Jesús. Por otro lado, la narración de sus vidas puede
servirnos de amonestación. Muestra que de ninguna manera justifica
Dios al culpable. Ve el pecado que haya en aquellos a quienes más
favoreció, y lo castiga en ellos aun más severamente que en los que
tienen menos luz y responsabilidad.
Después del entierro de Jacob, el temor se volvió a apoderar del
corazón de los hermanos de José. No obstante la bondad de éste
hacia ellos, la conciencia culpable los hizo desconfiados y suspicaces.
Tal vez José había postergado su venganza por consideración a su
padre, y ahora les impondría el largamente aplazado castigo por su
crimen. No se atrevieron a comparecer personalmente ante él, sino