Página 232 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
posee más poder que los dioses de Egipto, ¿por qué no os libra?” Los
egipcios se jactaban de su propia situación. Adoraban deidades que
los israelitas llamaban dioses falsos, y no obstante eran una nación
rica y poderosa. Afirmaban que sus dioses los habían bendecido con
prosperidad, y les habían dado a los israelitas como siervos, y se
vanagloriaban de su poder de oprimir y destruir a los adoradores
de Jehová. Faraón mismo se jactó de que el Dios de los hebreos no
podía librarlos de su mano.
Tales palabras destruyeron las esperanzas de muchos israelitas.
Les parecía que su caso era como lo presentaban los egipcios. Es
verdad que eran esclavos, y habían de sufrir todo lo que sus crueles
comisarios quisieran imponerles. Sus hijos habían sido apresados y
muertos, y la vida misma les era una carga. No obstante, adoraban
al Dios del cielo. Si Jehová estuviese sobre todos los otros dioses,
ciertamente no permitiría que fueran siervos de los idólatras. Pero
los que eran fieles comprendieron que por haberse apartado Israel
de Dios, y por su inclinación a casarse con idólatras y dejarse llevar
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a la idolatría, el Señor había permitido que llegaran a ser esclavos; y
confiadamente aseguraron a sus hermanos que Dios pronto rompería
el yugo del opresor.
Los hebreos habían esperado obtener su libertad sin ninguna
prueba especial de su fe, sin penurias ni sufrimientos verdaderos.
Pero aun no estaban preparados para la liberación. Tenían poca fe en
Dios, y no querían soportar con paciencia sus aflicciones hasta que
él creyera conveniente obrar por ellos. Muchos se conformaban con
permanecer en la servidumbre, antes que enfrentar las dificultades
que acompañarían el traslado a una tierra extraña; y los hábitos
de algunos se habían hecho tan parecidos a los de los egipcios
que preferían vivir en Egipto. Por lo tanto, el Señor no los liberó
mediante la primera manifestación de su poder ante Faraón. Rigió los
acontecimientos para que se desarrollara más plenamente el espíritu
tiránico del rey egipcio, y para revelarse a su pueblo. Cuando vieran
su justicia, su poder y su amor, elegirían dejar a Egipto y entregarse
a su servicio. La tarea de Moisés habría sido mucho menos difícil
de no haber sido que muchos israelitas se habían corrompido tanto
que no querían abandonar Egipto.
El Señor le indicó a Moisés que volviera ante el pueblo y le
repitiera la promesa de la liberación, con nuevas garantías del favor