Página 239 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Las plagas de Egipto
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El que cedió una vez a la tentación cederá con más facilidad
la segunda vez. Toda repetición del pecado aminora la fuerza para
resistir, ciega los ojos y ahoga la convicción. Toda simiente de com-
placencia propia que se siembre dará fruto. Dios no obra milagros
para impedir la cosecha. “Todo lo que el hombre sembrare, eso tam-
bién segará.”
Gálatas 6:7
. El que manifiesta una temeridad incrédula
e indiferencia hacia la verdad divina, no cosecha sino lo que sembró.
Es así como las multitudes escuchan con obstinada indiferencia las
verdades que una vez conmovieron sus almas. Sembraron descuido
y resistencia a la verdad, y eso es lo que recogen.
Los que están tratando de tranquilizar una conciencia culpable
con la idea de que pueden cambiar su mala conducta cuando quieran,
de que pueden jugar con las invitaciones de la misericordia, y todavía
seguir siendo impresionados, lo hacen por su propia cuenta y riesgo.
Ponen toda su influencia del lado del gran rebelde, y creen que
en un momento de suma necesidad, cuando el peligro los rodee,
podrán cambiar de jefe sin dificultad. Pero esto no puede realizarse
tan fácilmente. La experiencia, la educación, la práctica de una
vida de pecaminosa complacencia, amoldan tan completamente el
carácter que impiden recibir entonces la imagen de Jesús. Si la luz
no hubiese alumbrado su senda, su situación habría sido diferente.
La misericordia podría interponerse, y darles oportunidad de aceptar
sus ofrecimientos; pero después que la luz haya sido rechazada y
menospreciada durante mucho tiempo será, por fin, retirada.
Se amenazó a Faraón con una plaga de granizo y se le advirtió:
“Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo;
porque todo hombre o animal que se hallare en el campo, y no
fuere recogido a casa, el granizo descenderá sobre él, y morirá.” La
lluvia o el granizo eran en Egipto una cosa inusitada, y, tormenta
como la predicha, nunca antes se había visto. La noticia se extendió
rápidamente, y todos los que creyeron la palabra del Señor reunieron
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su ganado, mientras los que menospreciaron la advertencia lo dejaron
en el campo. En esa forma, en medio de un castigo se manifestó la
misericordia de Dios, se probó a las personas, y se mostró cuántos
habían sido llevados a temer a Dios mediante la manifestación de su
poder.
La tormenta llegó según lo predicho: truenos, granizo y fuego
mezclados, “tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto