Las plagas de Egipto
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Moisés advirtió al monarca que si se empeñaba en su obstinación,
se enviaría una plaga de langostas, que cubrirían la faz de la tierra, y
comerían todo lo verde que aun quedaba; llenarían las casas, y aun
el palacio mismo; tal plaga sería, dijo, “cual nunca vieron tus padres
ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy.”
Los consejeros de Faraón quedaron horrorizados. La nación ha-
bía sufrido una gran pérdida con la muerte de su ganado. Mucha
gente había sido muerta por el granizo. Los bosques estaban desga-
jados, y las cosechas destruídas. Rápidamente perdían todo lo que
habían ganado con el trabajo de los hebreos. Toda la tierra estaba
amenazada por el hambre. Los príncipes y los cortesanos se agolpa-
ron alrededor del rey, y airadamente preguntaron: “¿Hasta cuándo
nos ha de ser éste por lazo? Deja ir a estos hombres, para que sirvan
a Jehová su Dios; ¿aun no sabes que Egipto está destruído?”
Se llamó nuevamente a Moisés y a Aarón, y el monarca les dijo:
“Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quién y quién son los que
han de ir?”
La contestación fué: “Hemos de ir con nuestros niños y con
nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas: con nuestras
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ovejas y con nuestras vacas hemos de ir, porque tenemos solemnidad
de Jehová.”
El rey se llenó de ira. “Así sea Jehová con vosotros—vociferó—
como yo os dejaré ir a vosotros y a vuestros niños: mirad como el
mal está delante de vuestro rostro. No será así: id ahora vosotros los
varones, y servid a Jehová: pues esto es lo que vosotros demandasteis.
Y echáronlos de delante de Faraón.”
El monarca había tratado de destruir a los israelitas mediante
trabajos forzados, pero ahora aparentaba tener profundo interés en
su bienestar y tierno cuidado por sus pequeñuelos. Su verdadero
objeto era retener a las mujeres y los niños como garantía del regreso
de los hombres.
Moisés entonces extendió su vara por sobre la tierra, y sopló un
viento del este, y trajo langostas. “En gran manera grave: antes de
ella no hubo langosta semejante, ni después de ella vendrá otra tal.”
Llenaron el cielo hasta que la tierra se obscureció, y devoraron toda
cosa verde que quedaba.
Faraón hizo venir inmediatamente a los profetas y les dijo: “He
pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. Mas ruego