Página 261 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

Del Mar Rojo al Sinaí
257
Si en vista de todo lo que había hecho por ellos, hubiesen tenido fe
en él, habrían soportado alegremente las incomodidades, privaciones
y hasta los verdaderos sufrimientos; pero no estaban dispuestos a
confiar en Dios más allá de lo que podían presenciar en las continuas
evidencias de su poder. Olvidaron su amarga servidumbre en Egipto.
Olvidaron las bondades y el poder que Dios había manifestado en
su favor al liberarlos de la esclavitud. Olvidaron cómo sus hijos se
habían salvado cuando el ángel exterminador dió muerte a todos
los primogénitos de Egipto. Olvidaron la gran demostración del
poder divino en el mar Rojo. Olvidaron que mientras ellos habían
cruzado con felicidad el sendero abierto especialmente para ellos,
los ejércitos enemigos, al intentar perseguirlos, se habían hundido
en las aguas del mar. Veían y sentían tan sólo las incomodidades
y pruebas que estaban soportando, y en lugar de decir: “Dios ha
hecho grandes cosas con nosotros, ya que habiendo sido esclavos,
nos hace una nación grande,” hablaban de las durezas del camino, y
se preguntaban cuándo terminaría su tedioso peregrinaje.
La historia de la vida de Israel en el desierto fué escrita para
beneficio del Israel de Dios hasta el fin del tiempo. El relato de
cómo trató Dios a los peregrinos en todas sus idas y venidas por el
desierto, en su exposición al hambre, a la sed y al cansancio, y en las
[299]
destacadas manifestaciones de su poder para aliviarlos, está lleno de
advertencias e instrucciones para su pueblo de todas las edades. Las
variadas experiencias de los hebreos eran una escuela destinada a
prepararlos para su prometido hogar en Canaán. Dios quiere que su
pueblo de estos días repase con corazón humilde y espíritu dócil las
pruebas a través de las cuales el Israel antiguo tuvo que pasar, para
que le ayuden en su preparación para la Canaán celestial.
Muchos recuerdan a los israelitas de antaño, y se maravillan
de su incredulidad y murmuración, creyendo que ellos no habrían
sido tan ingratos; pero cuando se prueba su fe, aun en las menores
dificultades, no manifiestan más fe o paciencia que los antiguos
israelitas. Cuando se los coloca en situaciones estrechas, murmuran
contra los medios que Dios eligió para purificarlos. Aunque se
suplan sus necesidades presentes, muchos se niegan a confiar en
Dios para el futuro, y viven en constante ansiedad por temor a que los
alcance la pobreza, y que sus hijos tengan que sufrir a causa de ellos.
Algunos están siempre en espera del mal, o agrandan de tal manera