Página 265 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Del Mar Rojo al Sinaí
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israelitas llegaran al Sinaí, comprendían perfectamente que tenían la
obligación de guardar el sábado. Al tener que recoger cada viernes
doble porción de maná en preparación para el sábado, día en que
no caía, la naturaleza sagrada del día de descanso les era recordada
de continuo. Y cuando parte del pueblo salió en sábado a recoger
maná, el Señor preguntó: “¿Hasta cuándo
no querréis
guardar mis
mandamientos y mis leyes?”
“Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que
entraron en la tierra habitada: maná comieron hasta que llegaron al
término de la tierra de Canaán.” Durante cuarenta años se les recordó
diariamente mediante esta milagrosa provisión, el infaltable cuidado
y el tierno amor de Dios. Conforme a las palabras del salmista, Dios
les dió “trigo del cielo; pan de ángeles comió el hombre” (
Salmos
78:24, 25, VM
); es decir, alimentos provistos para ellos por los
ángeles. Sostenidos por el “trigo del cielo,” recibían diariamente la
lección de que, teniendo la promesa de Dios, estaban tan seguros
contra la necesidad como si estuviesen rodeados de los undosos
trigales de las fértiles llanuras de Canaán.
El maná que caía del cielo para el sustento de Israel era un
símbolo de Aquel que vino de Dios a dar vida al mundo. Dijo Jesús:
“Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el
desierto, y son muertos. Este es el pan que desciende del cielo....
Si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que
yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.”
Juan
6:48-51
. Y entre las bendiciones prometidas al pueblo de Dios para
la vida futura, se escribió: “Al que venciere, daré a comer del maná
escondido.”
Apocalipsis 2:17
.
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Después de salir del desierto de Sin, los israelitas acamparon en
Refidín. Allí no había agua, y de nuevo desconfiaron de la providen-
cia de Dios. En su ceguedad y presunción el pueblo fué a Moisés con
la exigencia: “Danos agua que bebamos.” Pero Moisés no perdió la
paciencia. “¿Por qué altercáis conmigo? ¿por qué tentáis a Jehová?”
Ellos exclamaron airados: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto,
para matarnos de sed a nosotros, y a nuestros hijos, y a nuestros
ganados?”
Cuando se los había abastecido abundantemente de alimentos,
recordaron con vergüenza su incredulidad y sus murmuraciones, y
prometieron que en el futuro confiarían en el Señor; pero pronto