Página 266 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
olvidaron su promesa, y fracasaron en la primera prueba de su fe.
La columna de nube que los dirigía, parecía esconder un terrible
misterio. Y Moisés, ¿quién era él? preguntaban, ¿y cuál sería su
objeto al sacarlos de Egipto? La sospecha y la desconfianza llenaron
sus corazones, y osadamente le acusaron de proyectar matarlos a
ellos y a sus hijos mediante privaciones y penurias, con el objeto
de enriquecerse con los bienes de ellos. En la confusión de la ira
y la indignación que los dominó, estuvieron a punto de apedrear a
Moisés.
Angustiado, Moisés clamó al Señor: “¿Qué haré con este pue-
blo?” Se le dijo que, llevando la vara con que había hecho milagros
en Egipto, y acompañado de los ancianos, se presentara ante el pue-
blo. Y el Señor le dijo: “He aquí que yo estoy delante de ti allí sobre
la peña en Horeb; y herirás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá
el pueblo.” Moisés obedeció y brotaron las aguas en una corriente
viva que proporcionó agua en abundancia a todo el campamento.
En vez de mandar a Moisés que levantara su vara para traer sobre
los promotores de aquella inicua murmuración alguna terrible plaga
como las de Egipto, el Señor, en su gran misericordia, usó la vara
como instrumento de liberación.
“Hendió las peñas en el desierto: y dióles a beber como de
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grandes abismos; pues sacó de la peña corrientes, e hizo descender
aguas como ríos.”
Salmos 78:15, 16
. Moisés hirió la peña, pero fué
el Hijo de Dios, el que, escondido en la columna de nube, estaba
junto a Moisés e hizo brotar las vivificadoras corrientes de agua. No
sólo Moisés y los ancianos, sino también toda la multitud que estaba
de pie a lo lejos, presenciaron la gloria del Señor; pero si se hubiese
apartado la columna de nube, habrían perecido a causa del terrible
fulgor de Aquel que estaba en ella.
La sed llevó al pueblo a tentar a Dios, diciendo: “¿Está, pues,
Jehová entre nosotros, o no?” Si el Señor nos ha traído aquí, ¿por
qué no nos da el agua como nos da el pan? Al manifestarse de esa
manera, aquélla era una incredulidad criminal, y Moisés temió que
los juicios de Dios cayeran sobre el pueblo. Y como recuerdo de ese
pecado llamó a aquel sitio: Masa, “tentación;” y Meriba, “rencilla.”
Un nuevo peligro los amenazaba ahora. A causa de su mur-
muración contra el Señor, él permitió que fuesen atacados por sus
enemigos. Los amalecitas, tribu feroz y guerrera que habitaba aquella