Página 27 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La creación
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“Y había Jehová Dios plantado un huerto en Edén al oriente, y
puso allí al hombre que había formado.”
Génesis 2:8
. Todo lo que
hizo Dios tenía la perfección de la belleza, y nada que contribuyese a
la felicidad de la santa pareja parecía faltar; sin embargo, el Creador
les dió todavía otra prueba de su amor, preparándoles especialmente
un huerto para que fuese su morada. En este huerto había árboles de
toda variedad, muchos de ellos cargados de fragantes y deliciosas
frutas. Había hermosas plantas trepadoras, como vides, que presen-
taban un aspecto agradable y hermoso, con sus ramas inclinadas
bajo el peso de tentadora fruta de los más ricos y variados matices.
El trabajo de Adán y Eva debía consistir en formar cenadores o
albergues con las ramas de las vides, haciendo así su propia morada
con árboles vivos cubiertos de follaje y frutos. Había en profusión
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y prodigalidad fragantes flores de todo matiz. En medio del huerto
estaba el árbol de la vida que aventajaba en gloria y esplendor a
todos los demás árboles. Sus frutos parecían manzanas de oro y
plata, y tenían el poder de perpetuar la vida.
La creación estaba ahora completa. “Y fueron acabados los
cielos y la tierra, y todo su ornamento.” “Y vió Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.”
Génesis
2:1; 1:31
. El Edén florecía en la tierra. Adán y Eva tenían libre
acceso al árbol de la vida. Ninguna mácula de pecado o sombra de
muerte desfiguraba la hermosa creación. “Las estrellas todas del
alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios.”
Job 38:7
.
El gran Jehová había puesto los fundamentos de la tierra; había
vestido a todo el mundo con un manto de belleza, y había colmado
el mundo de cosas útiles para el hombre; había creado todas las
maravillas de la tierra y del mar. La gran obra de la creación fué
realizada en seis días. “Y acabó Dios en el día séptimo su obra que
hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y
bendijo Dios al día séptimo, y santificólo, porque en él reposó de
toda su obra que había Dios criado y hecho.”
Génesis 2:2, 3
. Dios
miró con satisfacción la obra de sus manos. Todo era perfecto, digno
de su divino Autor; y él descansó, no como quien estuviera fatigado,
sino satisfecho con los frutos de su sabiduría y bondad y con las
manifestaciones de su gloria.
Después de descansar el séptimo día, Dios lo santificó; es decir,
lo escogió y apartó como día de descanso para el hombre. Siguiendo