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Historia de los Patriarcas y Profetas
corazón, la meditación y la oración, antes de estar preparado para
comunicarse directamente con su Hacedor.
El séptimo día, que era sábado, Moisés fué llamado a la nube.
Esa espesa nube se abrió a la vista de todo Israel, y la gloria del
Señor brotó como un fuego devorador. “Y entró Moisés en medio de
la nube, y subió al monte: y estuvo Moisés en el monte cuarenta días
y cuarenta noches.” Los cuarenta días de permanencia en el monte
no incluyeron los seis de preparación. Durante esos seis días, Josué
había estado con Moisés, y juntos comieron maná y bebieron del
“arroyo que descendía del monte.”
Deuteronomio 9:21
. Pero Josué
no entró con Moisés en la nube; permaneció afuera, y continuó
comiendo y bebiendo diariamente mientras esperaba el regreso de
Moisés; pero éste ayunó durante los cuarenta días completos.
Durante su estada en el monte, Moisés recibió instrucciones
referentes a la construcción de un santuario en el cual la divina
presencia se manifestaría de manera especial. “Hacerme han un
santuario, y yo habitaré entre ellos,” fué el mandato de Dios. Por
tercera vez, fué ordenada la observancia del sábado. “Señal es para
siempre entre mí y los hijos de Israel;” declaró el Señor, “para que
sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el
sábado, porque santo es a vosotros.... Porque cualquiera que hiciere
obra alguna en él, aquella alma será cortada de en medio de sus
pueblos.”
Éxodo 31:17, 13, 14
.
Acababan de darse instrucciones para la inmediata construcción
del tabernáculo para el servicio de Dios; y era posible que el pueblo
creyese que, debido a que el objeto perseguido era la gloria de Dios,
y debido a la gran necesidad que tenían de un lugar para rendir culto
a Dios, era justificable que trabajaran en esa construcción durante
el sábado. Para evitarles este error, se les dió la amonestación. Ni
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aun la santidad y urgencia de aquella obra dedicada a Dios debía
llevarlos a infringir su santo día de reposo.
Desde entonces en adelante el pueblo había de ser honrado por la
presencia permanente de su Rey. “Habitaré entre los hijos de Israel,
y seré su Dios,” “y el lugar será santificado con mi gloria,” fué la
garantía dada a Moisés.
Éxodo 29:45, 43
.
Como símbolo de la autoridad de Dios y condensación de su
voluntad, se le dió a Moisés una copia del Decálogo, escrita por el
dedo de Dios mismo en dos tablas de piedra (
Deuteronomio 9:10
;