La ley dada a Israel
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Éxodo 32:15, 16
), que debían guardarse como algo sagrado en el
santuario: el cual, una vez hecho, iba a ser el centro visible del culto
de la nación.
De una raza de esclavos, los israelitas fueron ascendidos sobre
todos los pueblos, para ser el tesoro peculiar del Rey de reyes. Dios
los separó del mundo, para confiarles una responsabilidad sagrada.
Los hizo depositarios de su ley, y era su propósito preservar entre
los hombres el conocimiento de sí mismo por medio de ellos. En esa
forma la luz del cielo había de alumbrar a todo un mundo que estaba
envuelto en tinieblas, y se oiría una voz que invitaría a todos los
pueblos a dejar su idolatría y servir al Dios viviente. Si eran fieles
a su responsabilidad, los israelitas llegarían a ser una potencia en
el mundo. Dios sería su defensa y los elevaría sobre todas las otras
naciones. Su luz y su verdad serían reveladas por medio de ellos, y
se destacarían bajo su santa y sabia soberanía como un ejemplo de
la superioridad de su culto sobre toda forma de idolatría.
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