Página 286 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
como idolatría, fueron atacados y maltratados, y en la confusión y
el alboroto perdieron finalmente la vida.
Aarón temió por su propia seguridad; y en vez de ponerse no-
blemente de parte del honor de Dios, cedió a las demandas de la
multitud. Su primer acto fué ordenar que el pueblo quitara todos
sus aretes de oro y se los trajera. Esperaba que el orgullo haría que
rehusaran semejante sacrificio. Pero entregaron de buena gana sus
adornos, con los cuales él fundió un becerro semejante a los dioses
de Egipto. El pueblo exclamó: “Israel, éstos son tus dioses, que te
sacaron de la tierra de Egipto.” Con vileza, Aarón permitió este
insulto a Jehová. Y fué aún más lejos. Viendo la satisfacción con
que se había recibido el becerro de oro, hizo construir un altar ante
él e hizo proclamar: “Mañana será fiesta a Jehová.” El anunció fué
proclamado por medio de trompetas de compañía en compañía por
todo el campamento. “Y el día siguiente madrugaron, y ofrecieron
holocaustos, y presentaron pacíficos: y sentóse el pueblo a comer y a
beber, y levantáronse a regocijarse.” Con el pretexto de celebrar una
“fiesta a Jehová,” se entregaron a la glotonería y la orgía licenciosa.
¡Cuán a menudo, en nuestros propios días, se disfraza el amor
al placer bajo la “apariencia de piedad”! Una religión que permita
a los hombres, mientras observan los ritos del culto, dedicarse a
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la satisfacción del egoísmo o la sensualidad, es tan agradable a las
multitudes actuales como lo fué en los días de Israel. Y hay todavía
Aarones dóciles que, mientras desempeñan cargos de autoridad en
la iglesia, ceden a los deseos de los miembros no consagrados, y así
los incitan al pecado.
Habían pasado sólo unos pocos días desde que los hebreos habían
hecho un pacto solemne con Dios, prometiendo obedecer su voz.
Habían temblado de terror ante el monte, al escuchar las palabras
del Señor: “No tendrás otros dioses delante de mí.”
Éxodo 20:3 (V.
TA)
. La gloria de Dios que aun cubría el Sinaí estaba a la vista de la
congregación; pero ellos le dieron la espalda y pidieron otros dioses.
“Hicieron becerro en Horeb, y encorváronse a un vaciadizo. Así
trocaron su gloria por la imagen de un buey.”
Salmos 106:19, 20
.
¡Cómo podrían haber demostrado mayor ingratitud, o insultado más
osadamente al que había sido para ellos un padre tierno y un rey
todopoderoso!