Página 314 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
donados voluntariamente por las mujeres de Israel. En la fuente los
sacerdotes debían lavarse las manos y los pies cada vez que entraban
en el departamento santo, o cuando se acercaban al altar para ofrecer
un holocausto al Señor.
En el primer departamento, o lugar santo, estaban la mesa para el
pan de la proposición, el candelero o la lámpara y el altar del incienso.
La mesa del pan de la proposición estaba hacia el norte. Así como
su cornisa decorada, estaba revestida de oro puro. Sobre esta mesa
los sacerdotes debían poner cada sábado doce panes, arreglados en
dos pilas y rociados con incienso. Por ser santos, los panes que se
quitaban, debían ser comidos por los sacerdotes. Al sur, estaba el
candelero de siete brazos, con sus siete lámparas. Sus brazos estaban
decorados con flores exquisitamente labradas y parecidas a lirios; el
conjunto estaba hecho de una pieza sólida de oro. Como no había
ventanas en el tabernáculo, las lámparas nunca se extinguían todas
al mismo tiempo, sino que ardían día y noche. Exactamente frente
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al velo que separaba el lugar santo del santísimo y de la inmediata
presencia de Dios, estaba el altar de oro del incienso. Sobre este
altar el sacerdote debía quemar incienso todas las mañanas y todas
las tardes; sobre sus cuernos se aplicaba la sangre de la víctima de
la expiación, y el gran día de la expiación era rociado con sangre. El
fuego que estaba sobre este altar fué encendido por Dios mismo, y
se mantenía como sagrado. Día y noche, el santo incienso difundía
su fragancia por los recintos sagrados del tabernáculo y por sus
alrededores.
Más allá del velo interior estaba el lugar santísimo que era el
centro del servicio de expiación e intercesión, y constituía el eslabón
que unía el cielo y la tierra. En este departamento estaba el arca, que
era un cofre de madera de acacia, recubierto de oro por dentro y por
fuera, y que tenía una cornisa de oro encima. Era el repositorio de
las tablas de piedra, en las cuales Dios mismo había grabado los diez
mandamientos. Por consiguiente, se lo llamaba arca del testamento
de Dios, o arca de la alianza, puesto que los diez mandamientos eran
la base de la alianza hecha entre Dios e Israel.
La cubierta del arca sagrada se llamaba “propiciatorio.” Estaba
hecha de una sola pieza de oro, y encima tenía dos querubines de
oro, uno en cada extremo. Un ala de cada ángel se extendía hacia
arriba, mientras la otra permanecía plegada sobre el cuerpo (véase