Página 315 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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El tabernáculo y sus servicios
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Ezequiel 1:11
) en señal de reverencia y humildad. La posición de
los querubines, con la cara vuelta el uno hacia el otro y mirando
reverentemente hacia abajo sobre el arca, representaba la reverencia
con la cual la hueste celestial mira la ley de Dios y su interés en el
plan de redención.
Encima del propiciatorio estaba la “shekinah,” o manifestación
de la divina presencia; y desde en medio de los querubines Dios
daba a conocer su voluntad. Los mensajes divinos eran comunicados
a veces al sumo sacerdote mediante una voz que salía de la nube.
Otras veces caía una luz sobre el ángel de la derecha, para indicar
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aprobación o aceptación, o una sombra o nube descansaba sobre el
ángel de la izquierda, para revelar desaprobación o rechazo.
La ley de Dios, guardada como reliquia dentro del arca, era la
gran regla de la rectitud y del juicio. Esa ley determinaba la muerte
del transgresor; pero encima de la ley estaba el propiciatorio, donde
se revelaba la presencia de Dios y desde el cual, en virtud de la
expiación, se otorgaba perdón al pecador arrepentido. Así, en la obra
de Cristo en favor de nuestra redención, simbolizada por el servicio
del santuario, “la misericordia y la verdad se encontraron: la justicia
y la paz se besaron.”
Salmos 85:10
.
No hay palabras que puedan describir la gloria de la escena que
se veía dentro del santuario, con sus paredes doradas que reflejaban
la luz de los candeleros de oro, los brillantes colores de las cortinas
ricamente bordadas con sus relucientes ángeles, la mesa y el altar
del incienso refulgentes de oro; y más allá del segundo velo, el
arca sagrada, con sus querubines místicos, y sobre ella la santa
“shekinah,” manifestación visible de la presencia de Jehová; pero
todo esto era apenas un pálido reflejo de las glorias del templo de
Dios en el cielo, que es el gran centro de la obra que se hace en favor
de la redención del hombre.
Se necesitó alrededor de medio año para construir el tabernáculo.
Cuando se terminó, Moisés examinó toda la obra de los constructo-
res, comparándola con el modelo que se le enseñó en el monte y con
las instrucciones que había recibido de Dios. “Y vió Moisés toda la
obra, y he aquí que la habían hecho como Jehová había mandado;
y bendíjolos.”
Éxodo 39:43
. Con anhelante interés las multitudes
de Israel se agolparon para ver el sagrado edificio. Mientras con-
templaban la escena con reverente satisfacción, la columna de nube