Página 319 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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El tabernáculo y sus servicios
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perfecta pureza de Aquel que había de ofrecerse como “cordero sin
mancha y sin contaminación.”
1 Pedro 1:19
.
El apóstol Pablo señala estos sacrificios como una ilustración de
lo que los seguidores de Cristo han de llegar a ser. Dice: “Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que
es vuestro racional culto.”
Romanos 12:1
. Hemos de entregarnos
al servicio de Dios, y debiéramos tratar de hacer esta ofrenda tan
perfecta como sea posible. Dios no quedará satisfecho sino con lo
mejor que podamos ofrecerle. Los que le aman de todo corazón,
desearán darle el mejor servicio de su vida, y constantemente tratarán
de poner todas las facultades de su ser en perfecta armonía con las
leyes que nos habilitan para hacer la voluntad de Dios.
Al presentar la ofrenda del incienso, el sacerdote se acercaba más
directamente a la presencia de Dios que en ningún otro acto de los
servicios diarios. Como el velo interior del santuario no llegaba hasta
el techo del edificio, la gloria de Dios, que se manifestaba sobre el
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propiciatorio, era parcialmente visible desde el lugar santo. Cuando
el sacerdote ofrecía incienso ante el Señor, miraba hacia el arca; y
mientras ascendía la nube de incienso, la gloria divina descendía
sobre el propiciatorio y henchía el lugar santísimo, y a menudo
llenaba tanto las dos divisiones del santuario que el sacerdote se
veía obligado a retirarse hasta la puerta del tabernáculo. Así como
en ese servicio simbólico el sacerdote miraba por medio de la fe
el propiciatorio que no podía ver, así ahora el pueblo de Dios ha
de dirigir sus oraciones a Cristo, su gran Sumo Sacerdote, quien
invisible para el ojo humano, está intercediendo en su favor en el
santuario celestial.
El incienso, que ascendía con las oraciones de Israel, representa-
ba los méritos y la intercesión de Cristo, su perfecta justicia, la cual
por medio de la fe es acreditada a su pueblo, y es lo único que puede
hacer el culto de los seres humanos aceptable a Dios. Delante del
velo del lugar santísimo, había un altar de intercesión perpetua; y
delante del lugar santo, un altar de expiación continua. Había que
acercarse a Dios mediante la sangre y el incienso, pues estas cosas
simbolizaban al gran Mediador, por medio de quien los pecadores
pueden acercarse a Jehová, y por cuya intervención tan sólo puede
otorgarse misericordia y salvación al alma arrepentida y creyente.