Página 345 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Del Sinaí a Cades
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. Llevada por los hijos de Coat, el arca sagrada que contenía
la santa ley de Dios había de encabezar la vanguardia. Delante de
ella iban Moisés y Aarón; y los sacerdotes, llevando trompetas de
plata, se estacionaban cerca. Estos sacerdotes recibían instrucciones
de Moisés, y a su vez las comunicaban al pueblo por medio de sus
trompetas. Los jefes de cada compañía tenían obligación de dar
instrucciones definitivas con respecto a todos los movimientos que
habían de hacerse, tal como se los indicaban las trompetas. Al que
dejaba de cumplir con las instrucciones dadas, se le castigaba con la
muerte.
Dios es un Dios de orden. Todo lo que se relaciona con el cielo
está en orden perfecto; la sumisión y una disciplina cabal distinguen
los movimientos de la hueste angélica. El éxito sólo puede acompa-
ñar al orden y a la acción armónica. Dios exige orden y sistema en
su obra en nuestros días tanto como los exigía en los días de Israel.
Todos los que trabajan para él han de actuar con inteligencia, no en
forma negligente o al azar. El quiere que su obra se haga con fe y
exactitud, para que pueda poner sobre ella el sello de su aprobación.
Dios mismo dirigió a los israelitas en todos sus viajes. El sitio en
que habían de acampar les era indicado por el descenso de la columna
de nube; y mientras habían de permanecer en el campamento, la
nube se mantenía asentada sobre el tabernáculo. Cuando era tiempo
de que continuaran su viaje, la columna se levantaba en lo alto sobre
la sagrada tienda. Una invocación solemne distinguía tanto el alto
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como la partida de los israelitas. “Y fué, que en moviendo el arca,
Moisés decía: Levántate, Jehová, y sean disipados tus enemigos, y
huyan de tu presencia los que te aborrecen. Y cuando ella asentaba,
decía: Vuelve, Jehová, a los millares de millares de Israel.”
Vers. 35,
36
.
Una distancia de sólo once días de viaje mediaba entre el Sinaí
y Cades, en la frontera de Canaán; y fué con la esperanza de entrar
rápidamente en la buena tierra cómo las huestes de Israel reanudaron
su marcha cuando la nube dió por último la señal para seguir hacia
adelante. Jehová había obrado maravillas al sacarlos de Egipto y
¿qué bendiciones no podrían esperar, ahora que habían pactado
formalmente aceptarle como su Soberano, y habían sido reconocidos
como el pueblo escogido del Altísimo?