Página 355 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Del Sinaí a Cades
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Esta manifestación del desagrado del Señor tenía por objeto
advertir a todo Israel que pusiera coto al creciente espíritu de des-
contento y de insubordinación. Si el descontento y la envidia de
María no hubiesen recibido una señalada reprensión, habrían resulta-
do en grandes males. La envidia es una de las peores características
satánicas que puedan existir en el corazón humano, y es una de las
más funestas en sus consecuencias. Dice el sabio: “Cruel es la ira, e
impetuoso el furor; mas ¿quién parará delante de la envidia?”
Pro-
verbios 27:4
. Fué la envidia la que causó la primera discordia en el
cielo, y el albergarla ha obrado males indecibles entre los hombres.
“Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y
toda obra perversa.”
Santiago 3:16
.
No debemos considerar como cosa baladí el hablar mal de los
demás, ni constituirnos nosotros mismos en jueces de sus motivos o
acciones. “El que murmura del hermano, y juzga a su hermano, este
tal murmura de la ley, y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no
eres guardador de la ley, sino juez.”
Santiago 4:11
. Sólo hay un Juez,
“el cual también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los
intentos de los corazones.”
1 Corintios 4:5
. Y todo el que se encargue
de juzgar y condenar a sus semejantes usurpa la prerrogativa del
Creador.
La Biblia nos enseña en forma especial que prestemos cuidado
a no acusar precipitadamente a los llamados por Dios para que
actúen como sus embajadores. El apóstol Pedro, al describir una
clase de pecadores empedernidos, los llama “atrevidos, contumaces,
que no temen decir mal de las potestades superiores: como quiera
que los mismos ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia,
no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor.”
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Pedro 2:10, 11
. Y Pablo, en sus instrucciones dadas a los que dirigen
las iglesias, dice: “Contra el anciano no recibas acusación sino con
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dos o tres testigos.”
1 Timoteo 5:19
. El que impuso a ciertos hombres
la pesada carga de ser dirigentes y maestros de su pueblo, hará a
éste responsable de la manera en que trate a sus siervos. Hemos
de honrar a quienes Dios honró. El castigo que cayó sobre María
debe servir de reprensión para todos los que, cediendo a los celos,
murmuren contra aquellos sobre quienes Dios puso la pesada carga
de su obra.
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