Página 397 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

El viaje alrededor de Edom
393
alguna la prueba a que allí se los sometió, ¡cuán diferente habría
sido su futuro! Jamás puede deshacerse una mala acción. Puede
suceder que el trabajo de toda una vida no recobre lo que se perdió
[453]
en un solo momento de tentación o aun de negligencia.
El hecho de que faltaran del campamento los dos grandes jefes,
y de que los acompañara Eleazar, quien, como era bien sabido, había
de ser el sucesor de Aarón en el santo cargo, despertó un sentimiento
de aprensión; y se aguardó con ansiedad el regreso de ellos. Cuando
uno miraba en derredor suyo en aquella enorme congregación, veía
que casi todos los adultos que salieron de Egipto habían perecido en
el desierto. Un presentimiento tenebroso embargó a todos cuando
recordaron la sentencia pronunciada contra Moisés y Aarón. Algu-
nos estaban al tanto del objeto de aquel viaje misterioso a la cima
del monte Hor, y su preocupación por sus jefes era intensificada por
los amargos recuerdos y las acusaciones que se dirigían a sí mismos.
Por fin, columbraron las siluetas de Moisés y Eleazar, que des-
cendían lentamente por la ladera del monte; pero Aarón no los
acompañaba. Eleazar tenía puestas las vestiduras sacerdotales y ello
mostraba que había sucedido a su padre en el santo cargo. Cuando
el pueblo, con pesadumbre en el corazón, se congregó alrededor de
su jefe, Moisés explicó que Aarón había muerto en sus brazos en
el monte Hor, y que allá se le había dado sepultura. La congrega-
ción prorrumpió en llanto y en lamentación, pues todos amaban de
corazón a Aarón, aunque tan a menudo le habían causado dolor. “Hi-
ciéronle duelo por treinta días todas las familias de Israel.”
Números
20:29
.
Con respecto al entierro del sumo sacerdote de Israel las Escri-
turas relatan sencillamente: “Allí murió Aarón, y allí fué sepultado.”
Deuteronomio 10:6
. ¡Qué contraste tan notable hay entre este entie-
rro, llevado a cabo de conformidad al mandamiento expreso de Dios,
con los que se acostumbran hoy día! En los tiempos modernos las
exequias de un hombre que ocupó una posición elevada son a me-
nudo motivo de demostraciones pomposas y extravagantes. Cuando
murió Aarón, uno de los hombres más ilustres que alguna vez hayan
[454]
vivido, presenciaron su muerte y asistieron a su entierro solamente
dos de sus deudos más cercanos. Y aquella tumba solitaria en la
cumbre de Hor quedó vedada para siempre a los ojos de Israel. No
se honra a Dios en las grandes demostraciones que se hacen a veces