Página 421 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Balaam
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Salmos 92:12
. La mano divina elevó el cedro a la categoría de rey
del bosque. “Las hayas no fueron semejantes a sus ramas, ni los
castaños fueron semejantes a sus ramos.”
Ezequiel 31:8
. El cedro
se usa a menudo como emblema de la realeza; y su empleo en la
Escritura, para representar a los justos, demuestra cómo el cielo
considera y aprecia a los que hacen la voluntad de Dios.
Balaam profetizó que el rey de Israel sería más grande y más
poderoso que Agag. Tal era el nombre que se daba a los reyes de los
amalecitas, entonces nación poderosa; pero Israel, si era fiel a Dios,
subyugaría a todos sus enemigos. El Rey de Israel era el Hijo de
Dios; su trono se había de establecer un día en la tierra, y su poder
se exaltaría sobre todos los reinos terrenales.
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Al escuchar las palabras del profeta, Balac quedó abrumado por
la frustración de su esperanza, por el temor y la ira. Le indignaba el
hecho de que Balaam se hubiera atrevido a darle la menor promesa
de una respuesta favorable, cuando todo estaba resuelto contra él.
Miraba con desprecio la conducta transigente y engañosa del profeta.
El rey exclamó airado: “Húyete, por tanto, ahora a tu lugar: yo dije
que te honraría, mas he aquí que Jehová te ha privado de honra.” La
contestación que recibió el rey fué que se le había prevenido que
Balaam sólo podría pronunciar el mensaje dado por Dios.
Antes de volver a su pueblo, Balaam emitió una hermosísima y
sublime profecía con respecto al Redentor del mundo y a la destruc-
ción final de los enemigos de Dios:
“Verélo, mas no ahora: lo miraré, mas no de cerca:
Saldrá ESTRELLA de Jacob, y levantaráse cetro de Israel,
Y herirá los cantones de Moab, y destruirá todos los hijos de
Seth.”
Y concluyó prediciendo el exterminio total de Moab y de Edom,
de Amalec y de los cineos, con lo que privó al rey de los moabitas
de todo rayo de esperanza.
Frustrado en sus esperanzas de riquezas y de elevación, en des-
gracia con el rey, y sabiendo que había incurrido en el desagrado
de Dios, Balaam volvió de la misión que se había impuesto a sí
mismo. Después que llegara a su casa, le abandonó el poder del
Espíritu de Dios que lo había dominado, y prevaleció su codicia,