Página 422 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
que hasta entonces había sido tan sólo refrenada. Estaba dispuesto a
recurrir a cualquier ardid para obtener la recompensa prometida por
Balac. Balaam sabía que la prosperidad de Israel dependía de que
éste obedeciera a Dios y que no había manera alguna de ocasionar
su ruina sino induciéndole a pecar. Decidió entonces conseguir el
favor de Balac, aconsejándoles a los moabitas el procedimiento que
se había de seguir para traer una maldición sobre Israel.
Regresó inmediatamente a la tierra de Moab y expuso sus planes
al rey. Los moabitas mismos estaban convencidos de que mientras
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Israel permaneciera fiel a Dios, él sería su escudo. El proyecto pro-
puesto por Balaam consistía en separarlos de Dios, induciéndolos a
la idolatría. Si fuese posible hacerlos participar en el culto licencioso
de Baal y Astarté, ello los enemistaría con su omnipotente Protec-
tor, y pronto serían presa de las naciones feroces y belicosas que
vivían en derredor suyo. De buena gana aceptó el rey este proyecto,
y Balaam mismo se quedó allí para ayudar a realizarlo.
Balaam presenció el éxito de su plan diabólico. Vió cómo caía
la maldición de Dios sobre su pueblo y cómo millares eran víctimas
de sus juicios; pero la justicia divina que castigó el pecado en Israel
no dejó escapar a los tentadores. En la guerra de Israel contra los
madianitas, Balaam fué muerto. Había presentido que su propio fin
estaba cerca cuando exclamó: “Muera mi persona de la muerte de los
rectos, y mi postrimería sea como la suya.” Pero no había escogido
la vida de los rectos, y tuvo el destino de los enemigos de Dios.
La suerte de Balaam se asemejó a la de Judas, y los caracteres
de ambos son muy parecidos. Trataron de reunir el servicio de Dios
y el de Mammón, y fracasaron completamente. Balaam reconocía
al verdadero Dios y profesaba servirle; Judas creía en Cristo como
el Mesías y se unió a sus discípulos. Pero Balaam esperaba usar el
servicio de Jehová como escalera para alcanzar riquezas y honores
mundanos; al fracasar en esto, tropezó, cayó y se perdió. Judas espe-
raba que su unión con Cristo le asegurase riquezas y elevación en
aquel reino terrestre que, según creía, el Mesías estaba por establecer.
El fracaso de sus esperanzas le empujó a la apostasía y a la perdición.
Tanto Balaam como Judas recibieron mucha iluminación espiritual
y ambos gozaron de grandes prerrogativas; pero un solo pecado que
ellos abrigaban en su corazón, envenenó todo su carácter y causó su
destrucción.