Página 469 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Las bendiciones y las maldiciones
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respuesta solemne. A continuación vino la lectura de la ley de Dios,
juntamente con los estatutos y juicios que les habían sido entregados
por Moisés.
Israel había recibido la ley directamente de los labios de Dios
en el Sinaí; y sus santos preceptos, escritos por su propia mano, se
conservaban aún en el arca. Ahora se la había escrito nuevamente
donde todos podían leerla. Todos podían ver por sus propios ojos
las condiciones del pacto que había de regir su posesión de Canaán.
Todos habían de indicar que aceptaban los términos y estipulaciones
del pacto, y dar su asentimiento a las bendiciones o maldiciones
que entrañaría su observancia o su descuido. La ley no sólo fué
escrita sobre las piedras conmemorativas, sino que también fué leída
por el mismo Josué en alta voz a oídos de todo Israel. No habían
transcurrido muchas semanas desde que Moisés les había dado en
discursos todo el libro de Deuteronomio; sin embargo, ahora Josué
leyó nuevamente la ley.
No sólo los hombres de Israel, sino también las mujeres y los
niños, escucharon la lectura de la ley; pues era importante que todos
conocieran su deber y lo cumplieran. Dios le había ordenado a Israel
con respecto a sus estatutos: “Pondréis estas mis palabras en vuestro
corazón y en vuestra alma, y las ataréis por señal en vuestra mano, y
serán por frontales entre vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros
hijos, hablando de ellas; ... para que sean aumentados vuestros días,
y los días de vuestros hijos, sobre la tierra que juró Jehová a vuestros
padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la
tierra.”
Deuteronomio 11:18-21
.
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Cada séptimo año toda la ley había de leerse ante toda la congre-
gación de Israel, tal como Moisés lo había ordenado: “Al cabo del
séptimo año, en el año de la remisión, en la fiesta de las Cabañas,
cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios
en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel
a oídos de ellos. Harás congregar el pueblo, varones y mujeres y
niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que
oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de poner
por obra todas las palabras de esta ley: y los hijos de ellos que no
supieron oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los
días que viviereis sobre la tierra, para ir a la cual pasáis el Jordán
para poseerla.”
Deuteronomio 31:10-13
.