Página 478 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
años, pero cuando terminó Josué se había adueñado de Canaán. “Y
la tierra reposó de guerra.”
Pero a pesar de que había sido quebrantado el poderío de los
cananeos, éstos no fueron completamente despojados. Hacia el oeste
los filisteos seguían poseyendo una llanura fértil a lo largo de la costa,
mientras que al norte de ellos estaba el territorio de los sidonios.
Estos tenían también el Líbano; y por el sur, hacia Egipto, la tierra
seguía ocupada por los enemigos de Israel.
Sin embargo, Josué no había de continuar la guerra. Había otra
obra que el gran jefe debía hacer antes de dejar el mando de Israel.
Toda la tierra, tanto las partes ya conquistadas como las aun no
subyugadas, debía repartirse entre las tribus. Y a cada tribu le tocaba
subyugar completamente su propia heredad. Con tal que el pueblo
fuera fiel a Dios, él expulsaría a sus enemigos de delante de ellos; y
prometió darles posesiones todavía mayores si tan sólo eran fieles
a su pacto. La distribución de la tierra fué encomendada a Josué,
a Eleazar, sumo sacerdote, y a los jefes de las tribus, habiéndose
de fijar por suertes la situación de cada tribu. Moisés mismo había
fijado las fronteras del país según se lo había de dividir entre las
tribus cuando entraran en posesión de Canaán, y había designado
un príncipe de cada tribu para que diera atención a la distribución.
Por estar la tribu de Leví dedicada al servicio del santuario, no se
la tomó en cuenta en esta repartición; pero se les asignaron a los
levitas cuarenta y ocho ciudades en diferentes partes del país como
su herencia.
Antes que comenzara la distribución de la tierra, Caleb, acom-
pañado de los jefes de su tribu, presentó una petición especial. Con
excepción de Josué, era Caleb el hombre más anciano de Israel.
Ambos habían sido entre los espías los únicos que trajeron un buen
informe acerca de la tierra de promisión, y animaron al pueblo a
que subiera y la poseyera en nombre del Señor. Caleb le recordó
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ahora a Josué la promesa que se le hizo entonces como galardón
por su fidelidad: “¡Ciertamente la tierra en que ha pisado tu pie ha
de ser herencia tuya y de tus hijos para siempre! por cuanto has
seguido cumplidamente a Jehová mi Dios.”
Josué 14:9 (VM)
. Por
consiguiente solicitó que se le diera Hebrón como posesión. Allí
habían residido muchos años Abrahán, Isaac y Jacob; allí, en la cue-
va de Macpela, habían sido sepultados. Hebrón era la capital de los