Página 497 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Los diezmos y las ofrendas
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del lagar, y había veinte. Os herí con viento solano, y con tizoncillo,
y con granizo en toda obra de vuestras manos.”
Conmovido por estas advertencias, el pueblo se dedicó a cons-
truir la casa de Dios. Entonces la palabra del Señor les llegó: “Pues
poned ahora vuestro corazón desde este día en adelante, desde el día
veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento al
templo de Jehová.... Desde aqueste día daré bendición.”
El sabio dice: “Hay quienes reparten, y les es añadido más: y hay
quienes son escasos más de lo que es justo, mas vienen a pobreza.”
Proverbios 11:24
. Y la misma lección enseñan en el Nuevo Testa-
mento las palabras del apóstol Pablo: “El que siembra escasamente,
también segará escasamente; y el que siembra en bendiciones, en
bendiciones también segará.” “Poderoso es Dios para hacer que
abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en
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todas las cosas todo lo que basta, abundéis para toda buena obra.”
2
Corintios 9:6, 8
.
Dios quería que sus hijos los israelitas transmitieran luz a todos
los habitantes de la tierra. Al sostener su culto público, atestiguaban
la existencia y la soberanía del Dios viviente. Y era privilegio de
ellos sostener este culto, como una expresión franca de su lealtad
y su amor hacia él. El Señor ordenó que la difusión de la luz y
la verdad en la tierra dependa de los esfuerzos y las ofrendas de
quienes participan del don celestial. Hubiera podido hacer a los
ángeles embajadores de la verdad; hubiera podido dar a conocer su
voluntad, como proclamó la ley del Sinaí, con su propia voz; pero
en su amor y sabiduría infinitos llamó a los hombres para que fueran
sus colaboradores, y los eligió para que hicieran su obra.
En tiempos de Israel se necesitaban los diezmos y las ofrendas
voluntarias para cumplir los ritos del servicio divino. ¿Debiera el
pueblo de Dios dar menos hoy? El principio fijado por Cristo es que
nuestras ofrendas a Dios han de ser proporcionales a la luz y a los
privilegios disfrutados. “A cualquiera que fué dado mucho, mucho
será vuelto a demandar de él.”
Lucas 12:48
. Cuando el Salvador
envió a sus discípulos, les dijo: “De gracia recibisteis, dad de gracia.”
Mateo 10:8
. A medida que nuestras bendiciones y nuestros privi-
legios aumentan, y sobre todo al tener presente el sacrificio sin par
del glorioso Hijo de Dios, ¿no debiera expresarse nuestra gratitud en
donativos más abundantes para comunicar a otros el mensaje de la