Página 526 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
por haber deshonrado a Dios y violado su santa ley. El verdadero
arrepentimiento es algo más que sentir pesar por el pecado. Consiste
en apartarse resueltamente del mal.
El Señor les contestó por medio de uno de sus profetas: “¿No
habéis sido oprimidos de Egipto, de los Amorrheos, de los Ammo-
nitas, de los Filisteos, de los de Sidón, de Amalec, y de Maón, y
clamando a mí os he librado de sus manos? Mas vosotros me habéis
dejado, y habéis servido a dioses ajenos; por tanto yo no os libraré
más. Andad, y clamad a los dioses que os habéis elegido, que os
libren en el tiempo de vuestra aflicción.”
Estas palabras solemnes y temibles encauzan el pensamiento
hacia otra escena: la del gran día del juicio final, cuando los que
rechazaron la misericordia de Dios y menospreciaron su gracia serán
puestos frente a su justicia. En aquel tribunal, los que dedicaron al
servicio de los dioses de este mundo los talentos que Dios les dió,
deberán rendir cuenta del empleo de su tiempo, sus recursos y su
intelecto. Abandonaron a su verdadero y tierno Amigo, para seguir
el sendero de la conveniencia y del placer mundano. Se proponían
volver a Dios alguna vez; pero el mundo, con sus locuras y engaños,
absorbió su atención. Las diversiones frívolas, el orgullo de los
atavíos y la satisfacción de los apetitos endurecieron su corazón y
embotaron su conciencia, de tal manera que ya no oyeron la voz de
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la verdad. Menospreciaron el deber. Tuvieron en poco las cosas de
valor infinito, hasta que desapareció de su corazón todo deseo de
hacer sacrificios por Aquel que tanto dió para el hombre. Pero en el
tiempo de la siega cosecharán lo que sembraron.
El Señor dijo: “Por cuanto llamé, y no quisisteis; extendí mi
mano, y no hubo quien escuchase; antes desechasteis todo consejo
mío, y mi reprensión no quisisteis; también yo me reiré en vuestra
calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando
viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad
llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribula-
ción y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; buscarme
han de mañana, y no me hallarán: por cuanto aborrecieron la sabidu-
ría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y
menospreciaron toda reprensión mía: comerán pues del fruto de su
camino, y se hartarán de sus consejos.” “Mas el que me oyere, habi-