Página 574 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
exigencia era el resultado de un propósito deliberado y resuelto. No
había queja alguna contra Samuel. Todos reconocían la integridad y
la sabiduría de su administración; pero el anciano profeta consideró
esta petición como una censura dirigida contra él mismo, y como
un esfuerzo directo para hacerle a un lado. No reveló, sin embargo,
sus sentimientos; no pronunció reproche alguno, sino que llevó el
asunto al Señor en oración, y sólo de él procuró consejo.
Y el Señor le dijo a Samuel: “Oye la voz del pueblo en todo
lo que te dijeren: porque no te han desechado a ti, sino a mí me
han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas
las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta
hoy, que me han dejado y han servido a dioses ajenos, así hacen
también contigo.” Quedó reprendido el profeta por haber dejado
que le afligiese la conducta del pueblo hacia él como individuo.
No habían manifestado falta de respeto para con él, sino hacia la
autoridad de Dios, que había designado a los gobernantes de su
pueblo. Los que desdeñan y rechazan al siervo fiel de Dios, no
sólo menosprecian al hombre, sino también al Señor que le envió.
Menoscaban las palabras de Dios, sus reproches y consejos; rechazan
la autoridad de él.
Los tiempos de la mayor prosperidad de Israel fueron aquellos
en que reconoció a Jehová como su rey, cuando consideró las leyes
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y el gobierno por él establecidos como superiores a los de todas
las otras naciones. Moisés había declarado a Israel tocante a los
mandamientos del Señor: “Esta es vuestra sabiduría y vuestra inteli-
gencia en ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos,
y dirán: “Ciertamente pueblo sabio y entendido, gente grande es
ésta.”
Deuteronomio 4:6
. Pero al apartarse de la ley de Dios, los
hebreos no llegaron a ser el pueblo que Dios deseaba hacer de ellos,
y quedaron luego tan completamente cegados por el pecado que
imputaron al gobierno de Dios todos los males que resultaron de su
propio pecado e insensatez.
El Señor había predicho por medio de sus profetas que Israel
sería gobernado por un rey; pero de ello no se desprende que esta
forma de gobierno fuera la mejor para ellos, o según su voluntad. El
permitió al pueblo que siguiera su propia elección, porque rehusó
guiarse por sus consejos. Oseas declara que Dios les dió un rey
en su “furor.”
Oseas 13:11
. Cuando los hombres deciden seguir su