Página 586 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Capítulo 60—La presunción de Saúl
Este capítulo está basado en 1 Samuel 13 y 14.
Después de la asamblea de Gilgal, Saúl licenció el ejército que
había acudido a su llamamiento para destruir a los amonitas. Sólo
retuvo una reserva de dos mil hombres que habían de permanecer
apostados bajo su mando en Michmas, y mil hombres para que asis-
tieran a su hijo Jonatán en Gabaa. Esto fué un grave error. Su ejército
se había llenado de esperanza y ánimo con la victoria reciente; y si él
hubiera procedido inmediatamente contra otras naciones enemigas
de Israel, habría dado un golpe decisivo en pro de las libertades de
la nación.
Mientras tanto, sus belicosos vecinos, los filisteos, estaban ac-
tivos. Aun después de la derrota de Eben-ezer, habían conservado
algunos fortines en las colinas de la tierra de Israel; y ahora se es-
tablecieron en el mismo corazón del país. En cuanto a facilidades,
armas y equipo en general, los filisteos tenían una gran ventaja sobre
Israel. Durante el largo período de su opresión, habían procurado
acrecentar su poder prohibiéndoles a los israelitas que practicaran el
oficio de herreros, no fuera que se fabricaran armas de guerra. Una
vez hecha la paz, los hebreos hubieron de seguir acudiendo a las
guarniciones filisteas para los trabajos de esa clase que necesitaban.
Dominados por el amor a la comodidad, y por el espíritu abyecto que
creara la larga opresión, los hombres de Israel habían descuidado,
en alto grado, el proporcionarse armas de combate. En la guerra se
usaban arcos y hondas, y los israelitas podían obtener estas cosas;
pero ninguno de ellos, excepto Saúl y su hijo Jonatán, poseían una
lanza o una espada.
1 Samuel 13:22
.
Hasta el segundo año del reinado de Saúl no se hizo esfuerzo
alguno por subyugar a los filisteos. El primer golpe fué dado por
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Jonatán, el hijo del rey, que atacó y venció la fortaleza de Gabaa. Los
filisteos exasperados por la derrota que habían sufrido, se dispusieron
a atacar con celeridad a Israel.
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