Página 598 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
Mientras Saúl y su ejército volvían a sus hogares entusiasmados
por la victoria, había profunda angustia en la casa de Samuel el
profeta. Este había recibido del Señor un mensaje que denunciaba
el procedimiento del rey: “Pésame de haber puesto por rey a Saúl,
porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras.”
El profeta se afligió profundamente por la conducta del rey rebelde,
y lloró y oró toda la noche pidiendo que se revocara la terrible
sentencia.
El arrepentimiento de Dios no es como el del hombre. “El Ven-
cedor de Israel no mentirá, ni se arrepentirá: porque no es hombre
que se arrepienta.” El arrepentimiento del hombre implica un cam-
bio de parecer. El arrepentimiento de Dios implica un cambio de
circunstancias y relaciones. El hombre puede cambiar su relación
hacia Dios al cumplir las condiciones que le devolverán el favor
divino, o puede, por su propia acción, colocarse fuera de la condi-
ción favorecedora; pero el Señor es el mismo “ayer, y hoy, y por los
siglos.”
Hebreos 13:8
. La desobediencia de Saúl cambió su relación
para con Dios; pero quedaron sin alteración las condiciones para
ser aceptado por Dios: los requerimientos de Dios seguían siendo
los mismos; pues en él “no hay mudanza, ni sombra de variación.”
[683]
Santiago 1:17
.
Con corazón adolorido salió el profeta la siguiente mañana al
encuentro del rey descarriado. Samuel abrigaba la esperanza de que
Saúl, al reflexionar, reconociera su pecado, y por el arrepentimiento
y humillación, fuese restaurado al favor divino. Pero cuando se ha
dado el primer paso en el sendero de la transgresión, el camino se
vuelve fácil. Saúl, envilecido por su desobediencia, vino al encuentro
de Samuel con una mentira en los labios. Exclamó: “Bendito seas tú
de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová.”
Los ruidos que oía el profeta desmentían la declaración del rey
desobediente. A la pregunta directa: “¿Pues qué balido de ganados
y bramido de bueyes es éste que yo oigo con mis oídos?” contestó
Saúl: “De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó a lo
mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu
Dios; pero lo demás lo destruimos.” El pueblo había obedecido a
las instrucciones de Saúl; pero éste, para escudarse, quería cargar al
pueblo con el pecado de su propia desobediencia.