Página 603 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

Saúl rechazado
599
¡cuántos siguen una conducta parecida! Mientras se niegan a creer y
obedecer algún mandamiento del Señor, perseveran en ofrecer a Dios
sus servicios religiosos formales. No responde el Espíritu de Dios
a tal servicio. Por celosos que sean los hombres en su observancia
de las ceremonias religiosas, el Señor no las puede aceptar si ellos
persisten en violar deliberadamente uno de sus mandamientos.
“Como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e
idolatría el infringir.” La rebelión tuvo su origen en Satanás, y toda
rebelión contra Dios se debe directamente a las influencias satánicas.
Los que se oponen al gobierno de Dios se han aliado con el caudillo
de los apóstatas, y éste ejercerá su poder y astucia para cautivar
los sentidos de ellos y descarriar su entendimiento. Hará que todo
aparezca bajo una luz falsa. Como nuestros primeros padres, los que
están bajo el dominio de su hechizo ven sólo los grandes beneficios
que han de recibir por su transgresión.
No puede darse mayor evidencia del poder engañador de Satanás
que el hecho de que muchos que son dirigidos por él se engañan
a sí mismos con la creencia de que están en el servicio de Dios.
Cuando Coré, Datán y Abiram se rebelaron contra la autoridad de
Moisés, creyeron que sólo se estaban oponiendo a un jefe humano, a
un hombre como ellos mismos; y llegaron a creer que estaban real-
mente haciendo la voluntad de Dios. Pero al rechazar el instrumento
[689]
escogido por Dios, rechazaron a Cristo; e insultaron al Espíritu de
Dios. Así, en los días de Cristo, los escribas y ancianos judíos, que
profesaban ser muy celosos por el honor de Dios, crucificaron a su
Hijo. El mismo espíritu existe todavía en los corazones de los que
insisten en seguir su propia voluntad en oposición a la voluntad de
Dios.
Saúl había tenido pruebas abundantes de que Samuel era inspira-
do por Dios. Al atreverse a desobedecer el mandamiento que Dios le
había dado por el profeta, obró contra los dictados de la razón y del
sano juicio. Su presunción fatal debe atribuirse al hechizo satánico.
Saúl había demostrado gran celo en el exterminio de la idolatría y
de la hechicería; no obstante, en su desobediencia al mandamiento
divino había sido instigado por el mismo espíritu de oposición a
Dios que animaba a los que practicaban la hechicería, y había si-
do tan realmente inspirado por Satanás como ellos; y cuando fué
reprendido por ello, sumó la obstinación a la rebelión. No podría