Página 615 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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David y Goliat
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éxito en su valerosa empresa. Había ordenado que se vistiera al
joven de la coraza del rey. Se le puso el pesado almete de metal
en la cabeza y se le ciñó al cuerpo la coraza así como la espada
del monarca. Así pertrechado, inició la marcha, pero pronto volvió
sobre sus pasos. Lo primero que pensaron los espectadores ansiosos
fué que David había decidido no arriesgar su vida en tan desigual
encuentro con su antagonista. Pero el valiente joven distaba mucho
de pensar así. Cuando regresó adonde estaba Saúl, suplicó que le
permitiera quitarse aquella pesada armadura, diciendo: “Yo no puedo
andar con esto, porque nunca lo practiqué.” Se quitó la armadura del
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rey, y en vez de ella sólo tomó su cayado en la mano, con su zurrón
de pastor, y una simple honda. Escogiendo cinco piedras lisas en el
arroyo, las puso en su talega, y con su honda en la mano se aproximó
al filisteo.
El gigante avanzó audazmente, esperando encontrarse con el más
poderoso de los guerreros de Israel. Su escudero iba delante de él,
y parecía que nada podía resistirle. Cuando se acercó a David, no
vió sino un zagalillo, llamado mancebo a causa de su juventud. El
semblante de David era rosado de salud; y su cuerpo bien propor-
cionado, sin protección de armadura, se destacaba ventajosamente;
no obstante, entre su figura juvenil y las macizas proporciones del
filisteo, había un marcado contraste.
Goliat se llenó de asombro y de ira. “¿Soy yo perro—exclamó—
para que vengas a mí con palos?” Y entonces soltó contra David
las maldiciones y los insultos más terribles, en nombre de todos los
dioses que conocía. Gritó mofándose: “Ven a mí, y daré tu carne a
las aves del cielo, y a las bestias del campo.”
David no se acobardó frente al campeón de los filisteos. Avan-
zando, dijo a su contrincante: “Tú vienes a mí con espada y lanza y
escudo; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos,
el Dios de los escuadrones de Israel, que tú has provocado. Jehová
te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y quitaré tu cabeza
de ti: y daré hoy los cuerpos de los Filisteos a las aves del cielo y a
las bestias de la tierra: y sabrá la tierra toda que hay Dios en Israel.
Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y
lanza; porque de Jehová es la guerra, y él os entregará en nuestras
manos.”