Página 628 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Capítulo 65—La magnanimidad de David
Este capítulo está basado en 1 Samuel 22:20-23; 23 a 27.
Después de la atroz matanza de los sacerdotes del Señor por
Saúl, “uno de los hijos de Ahimelech hijo de Ahitob, que se llamaba
Abiathar, escapó, y huyóse a David. Y Abiathar notició a David
como Saúl había muerto los sacerdotes de Jehová. Y dijo David a
Abiathar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el Idumeo, él
lo había de hacer saber a Saúl. Yo he dado ocasión contra todas
las personas de la casa de tu padre. Quédate conmigo, no temas:
quien buscare mi vida, buscará también la tuya: bien que tú estarás
conmigo guardado.”
1 Samuel 22:20-23
.
Siempre perseguido por el rey, David no hallaba lugar de des-
canso ni de seguridad. En Keila su valerosa banda salvó al pueblo
de ser capturado por los filisteos, pero esa banda no estaba segura ni
aun entre la gente que había salvado. De Keila se fué al desierto de
Ziph.
Durante ese tiempo, cuando había tan pocos puntos luminosos
en el sendero de David, tuvo el gozo de recibir la inesperada visita de
Jonatán, quien había sabido dónde estaba refugiado. Los momentos
que estos dos amigos pasaron juntos fueron preciosos. Se relataron
mutuamente las distintas cosas de su vida, y Jonatán fortaleció el
corazón de David diciéndole: “No temas, que no te hallará la mano
de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo
después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.” Véase
1 Samuel
23-27
. Mientras conversaba de cuán maravillosamente Dios había
obrado con David, el perseguido fugitivo fué muy alentado. “Y
entrambos hicieron alianza delante de Jehová: y David se quedó en
el bosque, y Jonathán se volvió a su casa.”
Después de la visita de Jonatán, David animó su alma con cantos
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de alabanza, acompañando su voz con el arpa mientras cantaba:
“En Jehová he confiado;
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